«...¡Campos de Extremadura!
Cortijos andaluces!
Una mano secreta desde la noche oscura
ha ordenado una siega satánica de cruces.
Llega en bramido de furor, como ola
de tempestad, el pueblo –odio y engañohasta
la erguida Cruz tan española,
donde la mula del abuelo, sola,
por la costumbre, se paraba antaño…
Así cayó la Cruz de los Caminos,
la del Arroyo de los Tres Molinos,
el crucero de piedra del Rosario.
¡Todas aquellas cruces que ponían
sobre la dura tierra en que se erguían
voluntad redentora del Calvario!
Pero cuando el nieto le pregunta
al abuelo el camino: con la punta
del índice temblón, muestra el abuelo
la verde loma aquella sobre el cielo,
y le dice: Tú toma por la Algaba
hasta la Cruz que dicen de Belén…
Y ya no está la Cruz….
¡Más donde estaba
Sus ojos, entre lagrimas, la ven!
[...]
De cruces de madera
puedes barrer los campos y los suelos.
Nuestra Cruz no es aquella que en los cielos
se recorta, ni aquella de alabastro ni aquella de zafir.
se recorta, ni aquella de alabastro ni aquella de zafir.
Nuestra Cruz es el corte de dos puros anhelos
¡y no tiene volumen donde poderla herir!
Nuestra Cruz no es de piedra ni de leño.
¡y no tiene volumen donde poderla herir!
Nuestra Cruz no es de piedra ni de leño.
Nuestra Cruz es de idea y geometría
de anhelo y poesía
y es inviolable como el sueño
y es inmortal como la alegoría.
de anhelo y poesía
y es inviolable como el sueño
y es inmortal como la alegoría.
No es preciso que hiera
nuestra mano su peso de hierro o de madera.
nuestra mano su peso de hierro o de madera.
Basta soñarla: basta con un trazo
de espíritu o de luz…
¡Donde exista un suspiro y un abrazo
existirá la Cruz!...»
de espíritu o de luz…
¡Donde exista un suspiro y un abrazo
existirá la Cruz!...»
del 'Poema de la Bestia y el Ángel' (José María Pemán)
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