Leonardo Castellani: Tres salidas (Jauja, agosto 1968)

DIRECTORIAL 

Un joven amigo (30 años) escritor de nota y hábil periodista, nos dice que: "en el país anda mal lo directivo, eclesiástico y civil, y anda bien lo submisivo obediencial"; o sea, hablando en plata: "el pueblo es espléndido y los gobiernos son malos", trillado estribillo de todos. 

Quisiéramos fuese así, pero tenemos nuestras dudas: parece imposible un pueblo muy bueno pueda tener cien años de tiranía. De algún modo u otro se hubiera librado dellas; ya que la Escritura dice: "Por los pecados del pueblo permite Dios reine el hombre hipócrita" (Job, XXXI 30). Si se fijan, todos los politiqueros son hipócritas: uno dicen y otro guardan dentro, 'passim'. Lo que concuerda con lo que dijo el francés: todo pueblo tiene el gobierno que se merece. 

El desmejoramiento del carácter de nuestros Jefes Populares (de Rosas a Yrigoyen, de Yrigoyen a Perón) muestra quizás el desmejoramiento de la casta. El patético final de Don Hipólito (a quien prácticamente mataron a tropelías y disgustos) muestra la villanía encaramándose a las altas esferas. 

Lo que parece el fondo de la historia novísima de la Argentina sería lo siguiente: el país ha sufrido alrededor de un siglo la explotación de dos imperialismos; o si quieren, del capitalismo internacional: sistema alevoso del comercio y las finanzas, basado en la usura, y denunciando veinte veces por los Pontífices Romanos. Esa explotación, al principio ignorada o pasada por alto, se fue haciendo cada vez más manifiesta y odiosa. Habiendo tantos recursos naturales, al comienzo el filtraje de riquezas hacia el extranjero dejaba un margen con el cual la gente de aquí se acomodaba, había para todos; e incluso los "acomodados" proclamaban a altas voces la "prosperidad" desta feliz nación; hasta que de repente nos encontramos "subdesarrollados" con gente hambrienta, desempleada, progresivamente asalariada y con malos salarios, despojados de sus bienes los pequeños propietarios. Uno tras otro, los mejores publicistas del país fueron haciendo la luz sobre las causas de la "crisis"; y haciendo doler la llaga con el dedo en ella. Ahora la opinión común no puede llamarse a engaño: amplia y claramente se conoce la situación "colonial" del país; de modo que cuando celebróse con más ruido que nueces el "Sesquicentenario de la Independencia", en realidad se celebraba el paso colonial de un amo a otro, contra la consigna de Manuel Belgrano: "Queremos el amo viejo o ninguno". 

Hablando breve y mal, se puede decir que en definitiva este Cono Sur pasó de ser un Reino de las Españas a una factoría de la Antiespaña. Esto no era propiamente una colonia sino una Provincia de España; y ahora es una disimulada factoría de quien VDS. saben: del Maldito. 

Las intenciones de los Congresales de Tucumán eran buenas; el que los siguió de inmediato hizo un enorme esfuerzo por actuarlas. Después vinieron... otros. Después de la gran derrota nacional de 1852, en cuya calle vivo... hay que decir las palabras brutas: entrega, soborno, estupidez, perdueles, pasmarotería, cretinización. 

¿Y ahora? Mucho hablar de Revolución: o Argentina, o Nacional o Internacional. O sea, que el país está abocado a tres salidas; y la 1º no es salida.

1º. Seguir tirando por el actual pantano, hundiéndose y en consecuencia pudriéndose; porque los patriotas sabemos que el estado colonial no puede mantenerse sino interviniendo la corrupción; puesto que este coloniaje hipócrita no es el de España, al cual le convenía las buenas costumbres; a éste le conviene el desorden, la oscuridad, la división y la podredumbre. De ahí que para muchos de nosotros el anticolonialismo ha devenido simplemente una obligación religiosa. 

2º. La verdadera Revolución Nacional; o sea, la reestructuración del país de acuerdo a sus orígenes ; o a sus "ancestros", como dicen brutalmente los periodistas. Esta es la verdadera salida, pero es muy difícil. Si el pueblo argentino es "espléndido", como dicen juvenilmente J.M.P. y C.P.T., la podrá hacer; pero lo malo es que ya debería haberla hecho. (También nosotros, la otra generación, debemos arrastrar este reproche en esta sporca vida). Cada día que pasa se hace más problemática. El tiempo milita contra ella. El estado general del mundo no la propicia nada. 

3º. La Revolución comunista, que es la salida del menor esfuerzo. "Oh, la Argentina no puede ser comunista"! Descuídate y te lo dirán. La injusticia generalizada, la inanidad y la cobardía de los que deberían iluminar y el creciente descontento y decepción, pueden hacer comunista a cualquier país. "Oh, a Inglaterra no, a Inglaterra no" dijo el Embajador inglés. — "A Inglaterra también", le contestó tranquilamente Eugenio Pacelli Legado Pontificio en Varsovia. No se hagan ilusiones. Yo creo que este pueblo ha sido sano, que lo es todavía en parte; pero está sometido a un formidable proceso de descomposición. 

Mi maestro de Teología, el Cardenal Ludovico Billot (el mayor Teólogo deste siglo) escribió hace justo 50 años en el proemio de su tratado "De Ecclesia" (parte III) esta página que quiero traducir de su egregio latín patrístico: 

"Habiendo ya dicho de la verdad de la Iglesia Católica, sea en absoluto, sea en relación a las sectas que del nombre "cristiano" se glorían; y después, de su íntima constitución en cuanto a sus miembros, la potestad y la jerarquía, nos resta la última cuestión, a saber: de su habitud al estado político; o sea de los principios que deben fundamentar las relaciones regulares de la Sociedad Temporal con la Sociedad Espiritual, divinamente fundada por Jesucristo. 

"Y ya hace cien años que estos principios comenzaron gravemente a oscurecerse, incluso entre
muchos católicos. 

"De donde dificilísimo se ha hecho persuadir de su verdad a los que la educación, a los que las costumbres de la presente circunstancia, a los que la opinión predominante; y si puede decirse, el mismo aire ambiente, ha imbuido desde la niñez de los dogmas del moderno liberalismo. 

"Paladinamente diríamos que no hay esperanza de que revivan y reflorezcan en la tierra las naciones cristianas anoser por una vuelta rotunda a aquellos eternos principios. 

"Y si de su restitución hubiera que desesperar, sería signo de que no anda lejos la última catástrofe; conforme a lo predicho por el Apóstol en la Segunda a los Tesalonicenses, Cap. II, 3..."

Después de lo cual el Teólogo expresa su confianza de que el liberalismo está herido de muerte por las avasallantes demostraciones de los más juiciosos publicistas: economistas, políticos y filósofos; de los cuales nombra a De Maistre, De Bonald, Kétteler, Veuillot, Le Play, Cardenal Pie, Liberatore...

Y expresa también su confianza de que el Concilio Vaticano reanudado (a cuya preparación él mismo estaba abocado) de igual modo que en su primer tramo sepultó al Galicanismo y al Jansenismo, en su próximo segundo tramo había de pulverizar al Liberalismo. Vino el Segundo tramo... 

Lo que pasó en la realidad lo tenemos delante de los ojos. 

Leonardo Castellani (Jauja, agosto 1968)

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