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DIRECTORIAL
SUBDESARROLLADOS
Eso de las naciones subdesarrolladas y luego las naciones famélicas, que es su secuencia, tiene sus bemoles.
Para los demagogos, las naciones SUBDES y sus extremos las naciones FAME son simplemente naciones explotadas por otras más fuertes y además injustas.
Pero "no toda la pobreza proviene de la injusticia".
Esa es la primera proposición del Dr. Carlos Moyano Llerena en un notable comentario de la Encíclica POPULORUM PROGRESSIO; pronunciado en el teatro San Martín (5-VI-67) y publicada por CARITAS.
El economista prueba incluso que hay naciones donde se ejerce la injusticia del capitalismo colonialista y sin embargo es agente allí de "mejoramiento y progreso"; sencillamente porque introduce allí técnicas y métodos de producción más adecuados. Se lleva gran parte de la producción, pero deja más de la mísera que había antes. Y lo mismo concede el Papa en su Encíclica.
Moyano Llerena analiza las otras causas de pobreza y ende hambre: falta de capacidad productiva de la población (como en la India) y circunstancias adversas de la naturaleza; y estas últimas pueden ser accidentales, como inundaciones, sequías, plagas, incendios, terremotos y guerras; o substanciales, como escasez de recursos naturales; sea por esterilidad del suelo, sea por agotamiento (Guatemala) o cambios en la demanda (Chile).
Las causas accidentales o desastres piden simplemente la vieja caridad (la obligación moral de comunicar sus bienes los pudientes) de la que decía Donoso Cortés era la principal solución de la "cuestión social", y que el cristianismo no cesa de predicar y practicar desde Cristo acá.
La segunda, o falta de recursos naturales con relación a la población es más problema y más complejo; tanto que los dos hermanos Paddock la dan como UNICA. "Donde quiera reina pobreza
endémica, hay escasos recursos naturales".
William y Paul Paddock son autores de un notable volumen: "Naciones hambrientas" (Hungry Nations, - edit. Little, Brown, Co. - Boston, 1964) escrito con inmensa experiencia, soberano sentido común, sólido discurso e incluso moderado y benévolo humor. Uno dellos ha sido funcionario de la Alianza para el Progreso y recorrido durante años naciones de América Central y el Cercano Oriente.
El otro, Oficial del Servicio Extranjero del Departamento de Estado de USA tiene 20 años de residencia en una docena de naciones empobrecidas incluso Rusia y China Comunista; más una
nación próspera, Canadá.
En estas naciones constitucionalmente pobres, la Alianza para el Progreso con sus actuales métodos no sirve.
Desde luego, la primera "Caridad" o sea la dádiva no remedia e incluso puede ser contraproducente. Entra pues la segunda, que consiste en procurar que los menesterosos resuelvan sus problemas por sí mismos. Hic súdor, hic labor est.
Es análogo a dar una limosna o bien dar trabajo a un pobre —preparándolo para el trabajo si acaso— en el orden individual. Y aquí viene la copiosa cantidad de experiencias, casos, ejemplos, anécdotas, estadísticas y discursos de los dos sapientes yanquis.
El libro comienza con un ejemplo estupendo. Había una región que lo tenía todo... Tenía bastante alimento, bastante vestido, bastante resguardo. Tenía sí sus calamidades: muchos niños morían pequeños; si les dolía una muela tenían que extraerla, tenían inundaciones, langostas y monzones; y lo que es peor. Siameses, Franceses y Japoneses invasores; y actualmente los Vieicongos; pero salía a flote la nacioncilla dichosa.
La religión no les impedía sus cosechas ni el faenar animales, como en la India. Como el hombre es animal quejumbroso, se reunían a quejarse, por supuesto; pero sus quejas eran del tipo de "mi-nieto-no-me-mostró-bastante-respeto-ayer-en-el-templo".
El nombre de la región paradisíaca es Laos; y hoy día la nación que tenía todo no tiene nada: con los mismos recursos y la misma población, no hay bastante comida, ni ropa, ni vivienda. ¿Qué pasó? Vino la "ayuda extranjera" y la "asistencia militar".
Vino la Alianza para el Progreso. Los yanquis con su ingenuidad de tutores del universo mundo quisieron que Laos tuviera caminos, aeródromos, penicilina, leche en polvo; y en fin todo; que fuese una nación soberana, votase en las Naciones Unidas, fuese "democrática" y tuviese embajadores. Hoy día hay en Laos un "grupo selecto" que tiene autos, radio, televisión, cine, ropa importada, aviones y turismo para Europa; y en las masas hay hambre; y sobre todo, hay una comezón de codiciar sin cesar todas esas cosas que tiene el "grupo selecto" oligárquico. (Hungry Nations, Part. I, pág. 71).
La actual Alianza para el Progreso no sirve. Es imposible resumir el nutrido libro en un artículo. El capítulo IV (II Parte): "El buen sentido puede mover montañas: acciones que una nación hambrienta puede por sí misma", pone y explana 24 "guidelines", o sea, cartabones, entre los cuales me excita el 15: "Ponga al ejército en su lugar". Y en la tercera parte desarrolla nada menos que once "falacias" o sea, líneas de acción tan equivocdas como bienintencionadas: la falacia de eliminar los rancheríos; la falacia de programar la Salud Pública... la falacia del "alfabetismo", la de la "Educación" Universitaria... de la Industrialización, de la Reforma Social, de Nuevos Caminos, de la Reforma Agraria y las dos
falacias de la Ayuda Extranjera con préstamos y aun dádivas.
Una destas "falacias" acerca de la voceada "gran obra" del Chocón Cerros Colorados ha sido elucidada por D. Justiniano Allende Posse en "La Prensa" del 22 de Febrero: la promoción de verdadera riqueza se sacrifica a ventajas precarias o dudosas; digamos "de relumbrón". Dice, por ejemplo: "Los estudios publicados nada dicen del desarrollo del Comahue; es decir, de la fecundidad y poder multiplicador de sus aguas, ni de la red de caminos y caminos y canales, de escuelas, hospitales y fábricas que es menester construir para impulsar la región; todo lo cual es necesario y urgente, más necesario y urgente que proporcionar más luz al Litoral...".
"...El urbanismo, enfermedad hoy universal, es muy grave en la Argentina. Proveer mucha luz, mucha energía, mucho gas, mucho petróleo, mucha agua, consolidar las llamadas "villas miserias", construir más afirmados, plantar más barrios... es aumentar el mal, es agravar el desequilibrio y la no integración nacional...".
Hasta aquí Don Justiniano.
Todas estas "excelentes" cosas deben recular ante la "creación de recursos". Dios ha condenado a la pobreza a las naciones a quienes dio pocos recursos; pero Tata Dios desea que le enmienden la plana. Se pueden crear fuentes de recursos; pero tú las has de crear, no el extranjero. Y para eso tienes que estudiar: no de médico o abogado o filoletro; deso hay demasiado y es muy fácil; de suscitador de riqueza, bajo las órdenes ¡del Ministerio de Recursos!: un ministerio ideado por los dos yanquis, que no es nada utópico. Incluso debería ser el UNICO Ministerio en algunas naciones.
Y la Argentina ¿qué va en todo esto?
A la Argentina la nombran sólo dos veces en todas las 344 páginas; porque no es una "hungry nation" —por ahora—. Puede llegar a serlo, pero no por falta de recursos sino por sobra. O sea, por el lujo. El cura que predica contra el lujo siempre se olvida del más lujosero que hay en el país —que es el gobierno; los gobiernos: no nos referimos a éste; aunque tampoco éste ha suprimido todos los derroches.
La Argentina tiene muchos recursos; y si hay en ella penuria e incluso hambre, es "por esquilmada desde afuera", dicen los nacionalistas.
Que es esquilmada desde afuera es cierto; pero no lo sería, si no fuese esquilmada adentro —de lo que es más importante y primero de todo para el hombre, creemos: a saber del recto conocimiento y de la recta voluntad. Si su espíritu estuviese tenso, no sería esquilmada de afuera.
Del recto conocimiento: de la religiosidad, de la sabiduría, del criterio, de la sensatez, de la seriedad, de la cultura en suma verdadera y no falsificada. "La Argentina no es una región donde reine la inteligencia" escribió alguien en un libro de Horacio Quiroga. ¿Qué sería si le hubiese caído en las manos uno de Mallea? "Hay inteligencia pero no reina".
Recta voluntad que es decir justicia en sus tres planos, conmutativa, distributiva y legal. Tampoco la Justicia es reina aquí, aunque la haya esporádicamente.
No tendremos aquí buenos gobiernos mientras no se hagan esas dos rectificaciones espirituales. Y se han de hacer en acción recíproca; es decir, exigiéndolas el gobierno del pueblo y el pueblo del gobierno. Por desgracia no podemos decir aquí lo que dijeron los árabes en la coronación del Califa Abul Khazán; que al gritar el sacerdote en el templo de Damasco la cuarta petición a Alah de la oración ritual, a saber: "Da, Señor, a nuestro Príncipe espíritu de ciencia y rectitud para que administre sin desviar ni a derecha ni a izquierda", los nobles de la primera fila exclamaron: "Eso no es necesario pedir; porque para eso están nuestras espadas".
De modo que acabamos con el Papa y con Moyano Llerena que "El progreso verdadero es el paso, para cada uno y para todos, de condiciones menos humanas a condiciones más humanas. Y más humanas son el remontarse de la miseria a la posesión de lo necesario; la victoria sobre las calamidades sociales, la ampliación de los conocimientos, la adquisición de la cultura, el aumento del miramiento a los demás. Más humanas todavía: el reconocimiento por parte del hombre de los valores supremos, y de Dios que dellos es fuente y fin. Aún más humanas: la fe, don de Dios recibido en la voluntad del hombre por la cual nos volvemos realmente hermanos y participantes de la vida del Eterno Padre de los hombres".
Esto es del Pontífice.
Leonardo Castellani (Jauja, abril-mayo 1968)
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