Leonardo Castellani: Profecías (Jauja, julio 1969)

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DIRECTORIAL

'Profecias`

El sitio de iniquidad y desorden que nos cerca en el país es tan tupido que muchos no pueden casi respirar, y no se acostumbrarán nunca. A mí la sensación de desorden se me hace viva y carnienta, cada jueves y cada viernes, no sólo tocando cosas gruesas como la batalla de Córdoba, pero aún cosas muy leves, como un número de SUR, un "pantallazo" de Canal 13, un peatón atropellado por un auto, un soneto o des-soneto de Borges, los avisos de cine de La Nación diario, la crítica de cine de Clarín diario, una conferencia por Radio Nacional de Miss Cloris Tilínguez, un manifiesto del CUDAG, un discurso de Díaz Colodrero... y una revista de kiosco con su portada prostitutal. 

Me dicen publique como "Directorial" en este número una de las clases sobre PROFECIAS que pronuncié este mes y el pasado; que son poca cosa y me dieron mucho trabajo. Considero
mejor escribir un resumen afeitado dellas; y después imprimirlas tal cual están, si resulta posible. 

Las profecías de Cristo y sus Apóstoles nos han sido dadas para admonición y consolación, créase o no. Borges dijo por ahí que el Apokolypsis es un libro de terror religioso y que...
   "Habló en su libro de feroces 
   Prodigios y de júbilos atroces" 
y sin duda es así — para él; porque las profecías no son consolación para los protervos sino lo contrario; y es natural que a nuestro Apóstata oficial le parezcan truculentas y temerosas. No han sido hechas para mantener en su camino a los desviados; porque el Evangelio es ciertamente la Buena Nueva, pero no para los republicanos españoles y los panzones argentinos, sino para los desconsolados. Pues el yugo de Cristo es leve y ligero solamente para los que ya llevan yugo —para "los que están fatigados y atribulados"— dijo el Señor. Pidámosle que llegue a ser así para Borges que no deja de estar fatigado y atribulado
en el servicio del Príncipe de este mundo; que esosí le paga abundantemente con lo que él tiene para pagar. 

"¿Qué quieres con nosotros, Hijo de Dios? ¿Crees que no sabemos quién eres? Apártate de aquí. ¿Por qué has venido a atormentarnos?". 

¿Y cómo pueden consolar a nadie esos prodigios atroces y júbilos feroces? Simplemente, al anunciar los males por venir, los hacen menores e incluso nulos, con la inmortal esperanza,
que nos dice: "Eso no es lo peor, y ya lo anunció nuestro buen Señor". La consolación del Hermano Bartling: "No hay que desafligirse ni tomar poca pena; porque todo lo que está pasando no pasará, y cosas peores vendrán" — como le dijo con buena idea y lengua alemana a un enfermo grave. 

Y así cuando me dicen: "¿Qué pasará con los sacerdotes?" Yo ME respondo: "En los libros Sacros está anunciada una "Gran Apostasía". Cuando me dicen: "¿Qué diablos piensa el Papa?" —"Piensa mejor que nosotros; y si no, peor para él". Cuando me dicen sardónicamente (las revistuchas espilimbergas): "¡La Iglesia está en crisis", respondo: "No es la primera; y falta la última y peor; y saldrá de ésa como salió de las otras"— y así sucesivamente. 

"La flecha que se ve venir, hiere menos" — nos dijo un antiguo; con manifiesto error, y que me perdone San Anselmo de Aosta; porque si la flecha te da en el morro, te hiere igual si la viste venir como si no la viste. El que dijo el refranete fue un santo canonizado; y yo, que le vi el error y he compuesto como seis refranes más verdaderos, no me van a canonizar aunque lo quiera Jesucristo. En serio; porque la Maquinaria Canonizadora PUEDE RESISTIR A JESUCRISTO. Como cualquier hijo de vecino; porque tiene su alma en su almario y su libre albedrío como el más pintado. Hay fama sin embargo de que casi siempre Jesucristo acaba por salir con la suya, y eso es justamente el gran núcleo de la consolación que nos trae el Apokalypsis. Christus vincit. 

En realidad lo que quiso decir San Anselmo de Aosta es que cuando uno conoce los males los puede esquivar; pues eso es lo que dijo Jesucristo, que después de anunciar con su voz infalible los más temerosos males, que no perdonarán al cielo ni a la tierra, al mar ni a la armada yanqui, ni a la luna ni a los astrosonautas, ni a piante ni a mamante, concluye muy tranquilo que cuando veamos venir los moros (que no es lo mismo que decir "moros vienen") entonces justamente levantemos las cabezas porque nuestra salvación está cerca. Y lo mismo hace San Juan, mehercle! 

Me dirán que en vez de resumir las conferencias no he hecho más que festonear el comienzo dellas. Sea, pero allí está todo. ¿Entonces usted nos aconseja leer el Apokalypsis? — No a todos; pues en la Argentina muchos somos un si es no es borgianos, y esa lectura en seco puede producir el mismo retorcijón que a nuestro Excelso Bate. El ideal general del argentino de hoy es "una esclavitud confortable"; y la Escritura Sacra al querer quitarnos la esclavitud, a lo mejor nos quita solamente el confort, poniéndonos al tiro como a los energúmenos de Córdoba. Por eso dijo el gran filósofo alemán Josef Pieper que quizás la Iglesia haría bien en restaurar respecto a los últimos tiempos la antigua "disciplina del arcano"; y no desear ni dejar que todos los fieles conozcan esas cosas antes de tiempo, sagradas como ellas sean. Y en realidad ¿no es eso lo que hace? ¿Dónde y en qué templo se predica hoy día la esjatología? En ninguna parte se predica el Apokalypsis. Por lo demás, tampoco el Evangelio. 

Y entonces ¿por qué lo predico yo en esta azarada revista? Pues porque tengo autorización especial de... digamos de San Anselmo de Aosta. 

L. C. C. P.

Leonardo Castellani (Jauja, julio 1969) 

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