Leonardo Castellani: La Divina Comedia

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'La Divina Comedia' 


I - EL POETA 

La Divina COMEDIA es el más grande de los poemas narrativos de los tiempos modernos. 

Dan ganas de decir “el más grande de todos los tiempos”. Pero no se puede, por respeto al padre Homero. Y también por respeto a la verdad, porque perteneciendo el Meonio y el Florentino a dos mundos poéticos diversos, sus obras son objetos acategóricos (con perdón de la palabreja), no susceptibles por tanto de comparación. Porque entre Dante y Homero se ha verificado la venida del Cristo, y la faz del mundo ha cambiado en tal forma, que podría él decir como San Pablo: Cuando yo era niño, amaba y buscaba las cosas de los niños; pero ahora que soy hombre, busco lo que es propio de los hombres. 

Y por eso, si es cierto que después del Dante, como Leopardi dijo: 
"il Meonio cantor non è più solo," 

y que los cinco magnos poetas paganos que en el Limbo reciben a Dante, presididos por 
"aquel Señor del altisimo canto 
que águila audaz sobre los otros vuela," 

hacen bien en honrar a Dante como uno de ellos 
(Fannomi honore è dí ciò fanno bene... 
si ch'ia fu sesto fra cotanta senno...} 

también es de notar que el poeta cristiano no se detiene con ellos en aquel 
prato di fresca verdura... 
sopra il verde smalta 
in luogo aperto luminoso ed alto

sino que prosigue, acompañado por el autor de la Égloga IV (que en su sentir era el precursor de la poesia cristiana, el anillo eslabonador de dos mundos, el oscuro arúspice del Mesías), prosigue al lado de Virgilio, el Beato Virgilio, como le llamó la Edad Media, su tremendo y sobrenatural camino. 

El mundo de Homero es un mundo nuevo y juvenil, un mundo de niños y el aedo es él mismo un niño sublime, para el cual, como para los niños 
que font de frisson en frisson 
la découverte de la vie 
todo —naturaleza, hombres, dioses— brilla y resplandece con la frescura de un espectáculo nuevo. 

Homero se asombra de todas las cosas, las toca, las palpa, laa lleva a la boca y siente su sabor, las cuenta exultante como un niño. El es, como sue héroes y como los niños, cándido, egoísta, autoritario y hermoso. El niño alegre y superficial ignora que la tierra no es la patria del hombre y torna, gozoso, posesión de todas las cosas. Ignora las tristezas del espiritu como también sus profundidades; y porque cree con toda el alma en esta vida y no conoce aún más que la superficie de ella, la asimila y la reproduce con inimitable frescura... Dios, no pudiendo dar a los griegos la Verdad, les dio la Belleza. como no pudiendo dar a los niños aun el gozo y el poder les dio la alegría y la gracia. 

Y el poema de Dante, en cambio, nació en la edad viril del mundo, que no en balde llama la Escritura al Divino Advenimiento “la plenitud de Jos tiempos”. La materia que para Homero es un espectáculo, se convierte para Dante en un símbolo. Con un numen poético tal vez tan grande como el Griego, el italiano está en contacto y en posesión de otras realidades. Así como nosotros sabemos que dentro del cable inmóvil, discurre invisible el flúido elécirico de altísima tensión, así Dante percibe dentro de las cosas materiales, la presencia del espíritu con sus altísimas manifestaciones y sus trascendentales destinos. 

Y por eso la materia poética primordial de Homero es la Naturaleza; pero la de Dante, como nota Macaulay, es el hombre.(1) El universo fisico, con sus hermosas y gloriosas formas, está incluido por cierto en el vasto imperio de la imaginación de Dante; siendo así que precisamente a su poema debe la literatura italiana el sentimiento de la Naturaleza, que aparece en ella mucho antes que en las restantes literaturas románicas. Pero donde esta imaginación ha fijado su corte y alzado su ciudadela es en los impenetrahles misterios de la mente del hombre. 

In tutte parti impera e quivi regge 
Quivi è la sua cittade e Falto seggio. (2) 

Dante trae a la poesia el amor ideal, porque la deificada Beatriz está a cien leguas de la deiforme Penélope; Dante trae la lucha, y con ella el odio, desconocido para Homero que no sabe más que la ira; Dante conoce la melancolía, que Homero ignora, “ese afecto cristiano”, como dice Balmes, hecho de esperanza y de desilusión, que infiltra como un hálito íntimo el libro segundo y abre bellisimamente el canto octavo del Purgatorio. Homero conoce el dolor y la desesperación, pero ignora ese nostálgico y noble descontento del alma que se siente peregrina y presiente que todas las bellas cosas de la tierra, cuya belleza no es incapaz de com prender, no la saciarän nunca sin embargo. Dante tiene el bálsamo de la esperanza frente al Ananké homérico y es por eso capaz de afrontar tragedias, problemas y catástrofes ante los cuales la musa pagana no podía más que callar y temblar, consignándolos fuera de los campos del arte y afectando ignorarlos. Dante trae el éxtasis cuaudo Homero no alcanza más que el regocijo. 

No vamos a caer en la pretensión chatobrianesca de pensar que el arte cristiano, por el hecho de serlo, es superior al clásico; y parangonando con la Odisea las tragedias mediocres de Zaira y Alcira no vamos a clasificarlas superiores, por causa del cristianismo de su autor Mr. de Voltaire.(3) Pero es cierto que la nueva poesía que puede oponer el Moisés de Miguelánge! al Júpiter de Fidias, y a la voluptuosa belleza de las Venus la pensativa y celestial ternura de sus Madonnas, ha introducido en la vida, y por lo tanto en el arte, un sentido de profundidad y de misterio, un desgarramiento de pasión y un ímpetu de esperanza ignotos para los antiguos, al revelarles la infinitud de su destino y el peso de su responsabilidad, nueva luz que ha iluminado de nuevo todas las cosas. 

De sobra sé yo que hoy día se ha dado en la flor de incriminar esto mismo al cristianismo, “pálido espectro que ha venido a aguar la fiesta de la vida”, Inepte sane. Porque para tacharlo de aguafiestas, es menester primero a Mr. France y compañía probar que en el mundo antiguo la vida era una fiesta, como ellos afirman, mintiendo con toda la boca, olvidándose del Edipo y del Prometeo, de la historia y de la fábula, y hasta del sentido común. La vida del hombre nunca ha sido una fiesta sobre la tierra; y mucho menos cuando un Zeus lascivo y cruel presidía sobre el Olimpo un pueblo de dioses hermosos y perversos, entre los cuales se contaban las Tres Gracias, pero también las Tres Furias. 

Y ai el cristianismo al traernos la Verdad (que por algo dicen que es amarga, al menos en la corteza) aumentó nuestra capacidad de sufrir y uos hizo más serios y cavilosos, es como la vida que al hacernos hombres nos carga de preotupaciones y afanes que la niñez ignora. Y sin embargo, nadie por eso desea volverse niño, sino a lo más algunos poetas a ratos; antes, el niño desea crecer y ser hombre y alcanzar su estado perfecto, Y en eso tiene razón. 

Para eso Dios hace al niño gracioso, para que llegue a ser hombre poderoso. Y para eso tal vez dio la Providencia de Dios al pueblo heleno el vivo sentimiento de la belleza y armonía del mundo exterior, para preparar a todos los pueblos a la percepción de las intensas bellezas del espíritu que nos había de traer su Unigénito. Todo don viene de arriba. 

Dante es el Homero cristiano y La Divina COMEDIA es la gran epopeya del cristianismo. (4) 


II - LA UNIDAD EN LA DIVINA COMEDIA 

Invitado a dirigiros la palabra sobre un tema científico o literario, como es costumbre en esta solemne inauguración del curso, ninguno me ha parecido más apto que el inmortal poema de Dante Alighieri, La Divina COMEDIA, para que el prestigio del alto y siempre interesante asunto comunique valor a mis modestas palabras. No puede ser este trabajo una revelación de cosas nuevas en el tan trillado campo de aquel gran monumenio intelectual, objeto ya de tantos estudios, y de tan copiosa y asombrosa bibliografia, signo cierto de su grandeza. Pero nada nos prohibe que llevados de la predilección por los grandes autores, miremos por cuenta nuestra lo que otros ya han visto mejor que nosotros y consignemos sencillamente, más como quien admira que como quien juzga, las reflexiones brotadas de la simple y afectuosa lectura, reunidas en torno de una idea central, y que no pretenden otro mérito que el de no haber sido recogidas de segunda mano ni consignadas con ligereza. 

Y para guiarnos en la selva 'aspra e forte' de la obra dantesca tomemos entre las cualidades que la hacen grande, la unidad, y contemplémosla en su estilo, su composición y su invención... la unidad, rica y plena, que es e] gran sello de las obras maestras, y en la literatura y fuera de ella es signo de perfección, blasón de grandeza y raiz de hermosura, porque la unidad es lo mismo que el ser y decir gran unidad es decir plenitud armoniosa de ser. 

LA UNIDAD 

Yo he leido en preceptivas literarias: “Definición de la belleza según San Agustín: La Belleza es la unidad; según Milá y Fontanals: La Belleza es la unidad en la variedad.” Y a renglón seguido he visto criticar estas palabras y llamarlas “definiciones obscuras o deficientes”. Pero la deficiencia está, según creo, en entenderlas mal, pues esas palabras no son definiciones —ya que tal vez la Belleza sea algo que no cabe en definición, una cualidad cuasi metafísica de las cosas— ni las da tampoco el gran Doctor cartaginés como definiciones, sino que expresan una alta idea filosófica, tomada de Platón y los Pitagóricos, que se comprende dentro del contexto de las obras del Obispo Hiponense y que 
admira por su grandeza y su profundidad. (5) 

Hay en Santo Tomás una explicación clara y magnífica como todas las suyas.(6) Dice el Santo Doctor que Dios es el Ser 'Máximamente Uno', y se pregunta luego: ¿Cómo es eso? ¿Acaso todas las cosas no son unas desde el momento que son seres, y que son indivisibles? ¿Puede haber más y menos en la unidad y por ventura la unidad, que es el ser, es cosa que admite grados? 

Contesta el Angel de las Escuelas: El concepto negativo de la unidad es, claro está, algo indivisible; pero el concepto positivo de la unidad importa el ser y la indivisibilidad; y así la unidad admite grados; y por eso Dios, que es el Máximo Ser, el que reúne la mayor 
cantidad de ser (sí me permitís la absurda expresión), dentro de la máxima indivisibilidad, es el ser máximamente Uno, y por lo tanto máximamente Bello y supremamente Perfecto. 

Una línea recta es una, tiene unidad, es un ser; y un cuadrado es también uno, una figura, un ser; pero es más uno que la línea porque reúne rectas en una sola figura; y un cubo de piedra será más uno poseyendo las tres dimensiones. Pero una planta tiene además del cuerpo, como la piedra, la vida, en la unidad de un solo ser y así es más perfecta cosa y más bella; y el animal, que posee el ser de la piedra y la planta, y además el ser sensitivo, sube un grado en la escala de la unidad, y por lo tanto de la perfección, Y por eso el hombre que reúne los tres reinos y además el ser intelestual en la unidad de un mismo principio espiritual, es un Microsmos, lo más bello de la creación visible, porque tiene más rica y mayor unidad. 

Y así cuando digo con San Agustín que la Belleza es la unidad, quiero decir que es una plenitud de ser sensiblemente manifestada. 


DIOS, SUMA UNIDAD 

Y lo mismo es en el orden moral. Por ejemplo, un carácter firme y enérgico es cosa huena; pero suelen ser duros; y ser blando, suave y amoroso, es también cosa buena; mas suelen degenerar tales temperamentos en débiles. Juntad empero en una sola alma los dos extremos, suavidad y fuerza, haced un solo santo de San Jerónimo y San Francisco de Asís, y diremos: “¡Qué hermosura, qué maravilla!” Hemos hecho de dos seres uno, la unidad es ser, es belleza, es perfección. El mar es infinito, pero es monótono; la rosa es primorosa, pero es pequeña. ¿Cómo será un ser que tenga a la vez la grandeza del mar y el aroma de la flor; la ternura del niño y la fuerza del héroe; el encanto del color y el halago del sonido; corazón de madre e inteligencia de genio; fuerza de tempestad y delicadeza de amanecer y todos los encantos, grandezas, maravillas, luz, verdad y bondad repartidos por todas las criaturas, todo ello despojado de sus terrenas limitaciones y defectos y reunido en una sola, simplicisima, indivisible y purísima esencia, la Belleza esencial, el Ser por esencia, el Bien subsistente en sí mismo? Pues bien, ese ser es Dios, que es entre todos los seres, el que tiene la cúspide de la unidad, dice Santo Tomás de Aquino, (7). Así lo glosa el Dante: 

...en cuyo fondo he visto que se encierra 
ligado con amor en sólo un ser 
lo que está desparcido por la tierra, 
sustancia y accidente y su valer... 
todo fundido junto por tal modo 
que es una simple luz... (Parad., XXXIII, 85) (8) 

El concepto católico y teológico de Dios no es extraño a la unidad de La Divina COMEDIA y quién sabe si la alta idea de la Divinidad que Dante nos infunde no sea lo más íntimo y lo más profundo de la belleza del sobrenatural poema y de la maravillosa unidad de su estilo, composición e invención. 

Estos tres elementos, o momentos de una creación artística, que distinguen teóricamente los críticos, se funden en la obra de Dante tan íntimamente, que ni el estilo es inferior al altísimo argumento; ni un plan mediocre bastardea la invención o retarda el estilo, ni siquiera podemos dividir el fondo y la forma, juntamente nacidas y profundamente unas como el cuerpo y el alma de una criatura orgánica. 


EL ESTILO: SU ENERGÍA 

Y comenzando por el estilo, tan coherente y orgánico es en Dante, que ha dicho Milá y Fontanals que sus versos no son más que “el eco musical de sus ideas”, porque son algo más todavía las palabras del poeta que un cristal purísimo que nos deja ver su pensamiento, son la misma carne de su pensamiento. 

La tan celebrada concisión y concentración del épico florentino (9) no es más que esta unidad vital de fondo y forma. No es lo mismo decir concisión y concentración que pocas palabras. Esta concisión de Dante importa el genio. Importa también la materia excelente de que dispuso su privilegiada técnica artística: el idioma italiano, la versificación, las imágenes. El dialecto toscano estaba en formación y era por tanto maleable en sus manos, que acortan y alargan las palabras, las renuevan, las inventan, las amoldan, y por otra parte conservaba aún rastros de la briosa concisión y grandes recursos sintácticos de su madre, la lengua latina, cuyas palabras y frases andan, además, engarzadas en La Divina Comedia, mezcladas con modismos de la filosofía escolástica, con voces griegas y hebreas, con fórmulas de la liturgia sagrada, con palabras provenzales... lengua original y rica que da al poema ese sabor agridulce de fruta nueva, que encantaba a Milá y Fontanals. La versificación por otra parte, no embarazaba sino que ayudaba a Dante, que había versificado toda su vida, como él nos dice, y había ensayado ya largamente y sobre conceptos tan arduos, impalpables y abstrusos, como las alegorías de La Vita Nuova y el Convivio, la estrofa rica y flexible del terceto. Estrofa que era sin duda la mejor para su empresa, la más semejante al amplio metro épico latino, apta a un tiempo mismo para la diatriba, como el yambo; para la descripción, como el hexámetro; para la afectuosa emoción, como el dístico. (10) 


SU PODER 

Por eso tiene el estilo del Dante, hijo de una imaginación excepcional, esa enorme fuerza evocativa, rasgo cataracteristico de su genio, según Menéndez y Pelayo, que levanta ante nuestros ojos un mundo de la nada, que viste de carne y músculos y sangre las más abstractas ideas de la filosofía escolástica, que convierte lo pasado en presente y lo fantástico en plástico, no con esa artificial y fría alegorización del Triunfo de la Castidad, el Carro del Amor, laz Pompas de la Fama y el Tiempo, el Triunfo de la Divinidad, que vemos en los Trionfi de Petrarca, sino con una vida y una eficacia que son de él sólo, y en la que fallan todos sus imitadores, como Juan de Mena, Juan de Padilla, Ramón de Campoamor, en nuestra literatura. 

Nada de lo que en el “poema del cielo y de la tierra” vemos (la loba, el Minotauro, Caronte, Virgilio, Beatriz...) es mentira. Todo existe, y de su existencia, nos “responden la Filosofía y la Teología, la Fe y la Ciencia, la Historia y la Moral; pero estas ciencias del modo propio sayo, puramente intelectual y abstracto, y la Poesía de manera que vivamos un momento en el mundo de las ideas y el mundo de ultratumba, y que lo sobrenatural y abstracto, que de ordinario nos parecen como cosas lejanas o extrañas a nosotros, se nos presenten tan reales, o más reales que las mismas cosas del mundo exterior, como lo son en realidad de verdad. 


SU ARMONIA 

Dante ha encontrado en las palabras verdaderas maravillas de expresión. La música de las palabras del poema se adapta tan primorosamente al efecto y a las cosas que es todo él un continuo ejemplo de lo que llaman armonia imitativa y expresiva, un “discurso puesto en música”, como ha definido nuestro Poeta mismo a la Poesia. (11) Los modernísimos partidarios de la revolución simbolista, de “la musique avant toute chose”, (12) de la hiperirofia del elemento musical de la poesía, que me digan si pueden encontrar en Verlaine, Baudelaire o Rubén Dario, más lánguida y evocadora melodía que la del comienzo del canto VIII del Purgatorio, más transidas y crueles palabras que las que rechinan en la boca ensangrentada del conde Ugolino, más desmayadaa y dolorosas razones que las de Francisca de Rímini. 


SU COLORIDO 

Los partidarios de la deseripción parnasiana, de la pintura, la luz, el color, los esmaltes y camafeos, que hallen en Heredia, en Leconte de Lisle o en Gautier, más gráficas comparaciones e imágenes que las enérgicas y eficaces figuras con que Dante vivifica sus concepciones, tomadas con instintivo acierto de todas las cosas que conocemos, desde la más familiar a la más sublime, de lo natural, de lo intelectual, de lo psicológico, de los pormenores del paisaje familiar, de la impresión que sentimos al despertarnos, del que sueña y no recuerda después lo que soñó,(13) de todas las cosas que nos son familiares en el ordinario tráfago de nuestros negocios, andanzas y solaces, 


LA DESCRIPCION DANTESCA 

Muy lejos arrastraría vuestra paciencia, si quisiera acumular ejemplos del lenguaje figurado o hacer el análisis detallado de la técnica de la descripción dantesca, claves de la eficacia de su estilo. La manera de narrar de Dante es la misma de Homero resucitada, ha dicho un crítico.(14) Procede Dante al describir, según creo, como la naturaleza al ver traza en rápidas líneas generales el cuadro y lo pone luego en acción sin olvidar sin embargo de recordarnos por medio de habilísimas alusiones, el medio en que la acción se desenvuelve; de modo que así como cuando vemos un paisaje, vemos en la primera mirada el aspecto general y luego a cada ojeada un nuevo pormenor, sin dejar de ver el conjunto que los contiene, asi en el cuadro de los Hipócrita: con las capas de plomo, o del Hombre-serpiente o de Lucifer en los hielos, vemos primero las grandes líneas del conjunto y luego prosiguiendo la narración se nos dan todos los otros pormenores engastados en ella; lo cual nos da dentro de la sucesión que es propia de la Poesía, esa impresión de simultaneidad y de unidad cuasi pictórica que perseguía Flaubert en sus descripciones y que tanto admira Brunetière en ¡Madame Bovary. (15) 

“Si la poesía italiana posee desde el siglo XIV el sentimiento de la naturaleza que apareció más tarde en las otras literaturas románicas, a las descripciones de Dante se lo debe. 


COMPOSICIÓN 

Si dejando todo lo que podríamos añadir sobre la belleza verbal en Dante pasamos a la composición, encontraremos también resplandeciendo en ella la unidad, sello del genio. Dicen los preceptistas que una epopeya suele ser como la cifra o la síntesis grandiosa de toda una época o una civilización, como la ILIADA es un cuadro de la Grecia de la Edad de Bronce y la Eneida de todas les glorias romanas. Nunca he visto esto mejor que en La Divina Comedia. Se ha dicho que no se puede entender bien este poema sin conocer la Edad Media y yo creo que no se puede entender bien la Edad Media sin conocer este poema, cuyo autor, graduado en Bolonia y defensor en París, según parece, (16) de una discusión 'quodlibetana', poseía toda la cultura de su época, Toda la Italia del siglo XIII está allí, viva y palpitante. La fe medieval, la filosofía de Aristóteles, la Teología de Santa Tomás y del maestro de las Sentencias, el fervor de las disputas y opiniones, las minucias dialécticas, los odios políticos, la guerra civil, la lucha del Pontificado y el Imperio, Las Cruzadas y la ambición santa de los Santos Lugares, la política local italiana y la política europea, la geografia, la etnografía y el paisaje italisno (reflejados en rápidas alusiones), y la geografía y la etnografía europea, la historia de la pintura que hace en el Purgatorio Urderesi di Gubbio y la de la poesía en boca de Guido Guinizelli, las ciencias, la astronomía geocéntrica de Tolomeo, ingerida en la arquitectura interior del poema, la historia presente y pasada, la heráldica y los linajes, el culto humanístico de la antigüedad y los recuerdos clásicos, la mistica y la hagiografia, las supersticiones y creencias populares... ¿y qué no?... todo lo que podia contener y había adquirido en su activa vida azarosa, la mente grande de aquel florentino que era a un tiempo mismo, poeta, músico, teólogo, dibujante, filólogo, astrónomo, historiador y matemático; y todo no amontonado en una enciclopedia indigesta, sino fundido en una sintesis tan coherente y cristalina como yo no sé si volverá a darse otra, porque no sé si la naturaleza volverá a producir un gran poeta épico y un gran poeta simbólico y un gran poeta lírico en una sola persona, como fue Dante Alighieri. 


EL ALMA 

Todo esto está como en un cuadro en el gran poema. No es bastante aún, hay más, está en él también el alma del poeta y el alma humana; no solamente el mundo exterior sino también el mundo psicológico. Pocos poetas habrán llegado a la expresión tan viva del amor y el odio y las otras pasiones en ens personajes y en si mismos, como el tempestuoso y violento gibelino. Allí está él con sus ideas y sentimientos, allí en medio de esos mundos que sufren, esperan y gozan está él con sus dolores, sus esperanzas y sus gozos, con su alma 
noble, impetuosa, inteligente, ardiente y elevada, con sus quejas y sus alabanzas y hasta con sus errores. No hay escrito ningún estudio psicológico ni ninguna semblanza de Dante como LA DIVINA COMEDIA. No es el poeta un espectador impasible, que reproduce ante nuestros 
ojos el cinematógrafo de sus tremendas visiones, sino que él nos habla desde adentro de ellas sobrecogido de un inmenso terror en el infierno, pero sereno a pesar de todo en las manos de Virgilio, 

su Guia, su Señor y su Maestro, 

desmayado de compasión delante de Francesca, pálido de espanto ante las ascuas de la ciudad de Dite, despavorido cuando le persiguen los demonios del cerco quinto, indignado al arrancar los cabellos al traidor Bocca degli Abati; y en el Purgatorio, penetrado de conmiseración y pasando por el humo y por el fuego; y lleno de la altisima e indescriptible alegria de la contemplación divina, en el Paraíso. 

Todas las cuales vivísimas emociones del poeta en contacto con cosas tan serias e inmensas como el Infierno, el Purgatorio y el Paraíso, no sólo son sumamente conformes con la verdad poética, sino que contribuyen en gran modo a imprimirnos la idea y la impresión hondísima del infierno, el purgatorio y el cielo. ¡Qué diferencia tan grande del DRAMA UNIVERSAL de R. Campoamor, absurda imitación de La DIVINA COMEDIA, que nos aturde con una aglomeración de imárenes espeluznantes, a la serena, paulatina y segura manera con que Dante nos va inflitrando y acrecentando poco a poco la idea, no la imagen, la idea, que es más alta que la imagen, del horror del infierno! 

Todo contribuye a formarnos esa idea; hasta el lenguaje, brutal y grosero en los condenados, que se viste de una melancólica y mansa cortesía en el Purgatorio y se sutiliza e intelectualiza en el cielo. Todas las imágenes y comparaciones que usa el poeta en el cielo están tomadas de cosas risueñas, gozosas, nobles, altas y tiernas, así como en el infierno de la hez de las cosas humanas. La obscuridad reina constantemente en el reino “dove non è che luca”, obscuridad en el ambiente y en las almas; el sol luce en la montaña del Purgatorio y el poeta insiste en nombrarlo y mostrárnoslo continuamente; la luz intelectual, la luz de la Verdad, la luz increada que es Dios, esplende deslumbradoramente en el Paraíso. 

luce intellettual piena d'amore 
amor di vero ben pien di letizia 
letizia che trascende ogni dolore... (Par, XXX). 

¡Cómo trasciende la alegría y afabilísima amabilidad en la manera de hablar y de obrar de los que platican con Dante en el cielo, en San Pedro, en Cacciaguida, en Carlos Martel, en Cunizza! ¡Qué mansa y resignada melancolía suspira en el Purgatorio! El odio violento que vemos barbotar a los condenados, está ausente aquí y la Pía de Siena que ha sido asesinada por su marido, ¡con qué mansa bondad habla del victimario, en dos versos, y qué contraste con las quejas vengativas de Francisca de Arímino, a pesar de que ésta es culpada y aquélla inocente!... (17)

Ricórdati dí me, che son la Pia 
Siena mi fè, disfécemi Maremma, 
Salsi colui che inanellata pria 
disposata m'avea con la sua gemma. (Purg., V.) 


LO SOBRENATURAL 

Y no olvidemos, por fin, que no sólo este mundo interior y el otro extremo, el mundo psicológico y el mundo cosmológico, comprende la alta unidad de la síntesis dantesca, sino que éstos están dentro del otro mundo teológico de las cosas invisibles, del mundo sobrenatural que es el asunto primario del poema, de las realidades ultrasensibles que son evocadas por Dante, en alas de la Filosofía y Teología católicas, con tan maravillosa y plástica eficacia. No olvidemos que el teólogo de Florencia (18) ha unido en su poema 

al qual ha posto mano e cielo e terra 

las cosas del tiempo y las de la eternidad, ha visto la Iglesia Militante con la Triunfante y la Doliente, ha arrojado la ciudad de los vivos dentro de la ciudad de los muertos. Por eso su creación es, dice Menéndez y Pelayo, “aún más humana y universal, que italiana y florentina, a pesar de serlo tanto”; porque abraza en un haz, no toda la Grecia micénica como los poemas de Homero, ni el origen de Roma como la ENEIDA, sino las cosas que interesan más profundamente a todos los siglos y a todas las naciones, los destinos terrestres y eternos de toda la humanidad. 


INVENCIÓN 

La concepción teológica. Veamos por último cómo resplandece también la unidad en la invención, en el fondo primordial de la gran epopeya cristiana. Mauricio Maeterlinck ha dicho: “La alta poesia se compone de tres elementos principales: primero, la belleza verbal; después, la contemplación y la pintura apasionada de lo que existe realmente en derredor muestro y en nosotros mismos... y por fin, rodeando la obra entera y creando su atmósfera propia, la idea que el poeta se hace de lo desconocido en que flotan los seres y las cosas que evoca; del misterio que las domina y las juzga y que preside sus destinos. No me parece dudoso que este último elemento sea el más importante." 

Este último elemento, que ha llamado acertadamente un crítico francés “la metafisica de la obra” (19) tendría su lugar aqui, en la invención sin forzar mucho la palabra. Pero el tiempo no me consiente que lo estudiemos en Dante. Basta decir que el concepto de la Divinidad y sus relaciones con todas las cosas, que según el poeta belga es el alma y lo más hondo de toda gran obra literaria, es en Dante, no mero ambiente o marco de la acción, sino su asunto mismo y lo que constituye su más íntima y profunda unidad; y que es tan alto, sublime y comprensivo este concepto de Dios, que ningún otro poeta cristiano o heterodoxo ha llegado jamás a levantarnos así hasta la misma esencia divina y deslumbrarnos gozosamente en su inaccesible luz. (20) Y que esta concepción de Dios profunda y sublime no es otra que la de la Teología Católica, que en ella la bebió Dante, que ella es la que en figura de Beatriz le guía y le acompaña. La Divina COMEDIA nació de la Teología, y es Teología; sin una mediana cultura escolástica no se puede entender el Paradiso y ni siquiera el valor de los términos de Dante, aunque se lea el comentario de Tommaseo o de Buti; y la falta de esta erudición es tal vez la causa porque algunos críticos tienen al Paradiso por inferior a las dos primeras partes y que César Cantú ha dicho que es un libro que necesita más comentarios que Homero. (21) 

De mi sé decir que no me ha gustado menos el Paraiso que los anteriores libros; y que si no hallo la fuerza dramática que al Infierno prestan las violentas pasiones humanas y los novelescos peligros del poeta, encuentro en cambio la maravilla de altos y abstrusos conceptos filosóficos convertidos en miel de poesia, encuentro “la cumbre de la poesia mística cristiana”, como dice Menéndez y Pelayo, en el apacible y luminoso vuelo de sus tercetos. 


ORTODOXIA DE DANTE 

La Divisa COMEDIA es un poema muestro. Causan gracia los esfuerzos de algunos impios por apropiarse para su causa al altísimo poeta; como aquel curioso critico francés E. Ároux, autor de La LLAVE DE LA DIVINA COMEDIA ANTICATÓLICA DE DANTE ALIGHIERI, PASTOR DE LA IGLESIA ALBIGENSE, AFILIADO A LA ORDEN DEL TEMPLE (1853), seguida por la tesis: DANTE HEREJE, REVOLUCIONARIO Y ANARQUISTA, al cual opuso Bossard otro no menos curioso panfleto publicado en 1854: DANTE REYOLUCIONARIO Y SOCIALISTA, PERO NO HEREJE. (!) 

Dante es el principe de los poetas católicos. No estaban contentos, por lo visto, esos señores con el examen que de la fe, la esperanza y la caridad de aquel terciario franciscano hicieron en el cielo San Pedro, Santiago y San Juan. A Dante somos deudores los católicos de las cosas más lindas, tiernas y sublimes que se han escrito nunca sobre la Virgen María, sobre aquellos 

ojos, de Dios queridos y acatados (Par., XXXIII). 

sobre aquella 

Doncella Santa, hija de su hijo... 
a quien llama mi boca noche y día... (Par., XXXII). 

Toda la razón en que se apoyan los creadores del Dante heterodoxo está en las imprecaciones verdaderamente sangrientas contra algunos Papas, clérigos y cardenales. Ahora bien; están cansados los críticos de advertir y es cosa de sentido común. que Dante jamás habla contra la silla Apostólica, a la que respeta. 

u'siede il succesor del maggior Piero 

ni contra el sacerdocio, que venera, (22) ni contra la Iglesia, que tiene por madre, (23) sino contra algunas personas a quienes él creyó, con o sin razón, indignos del Papado, del Sacerdocio o de la Iglesia; lo cual no es ser hereje, porque si no, lo sería también aquel gran obispo de Ostia, San Pedro Damiano, con quien habla el poeta en el cielo de Saturno. 

Dante se equivocó, fue injusto y sañudo alguna vez llevado de la pasión: era hombre como nosotros y erró ¿por qué lo hemos de negar? Sea sin embargo disculpa del noble florentino, que nunca injuria ni maltrata por venganza personal, ni siguiera por pasión de partido, sino por pasión de ideas y celo de ideales; de lo cual es buena prueba el grito de indignación que leemos en el XX del Purgatorio contra los bárbaros emisarios de Felipe el Hermoso que atropellaron en Anagni a Bonifacio VIII, odiado por el poeta, sí, pero Vicario de Cristo ante todo; (24) y la inexorable rectitud con que hundió en el Infierno, no sólo a algunos jefes de la facción gibelina. sino a güelfos principales, a Guido Cavalcanti y Brunetto, amigos suyos. a todos los que él creyó malos y muertos impenitentes, 

Esta rígida rectitud unida a tanto apasionamiento, rigidez en los principios, pasión respecto de las personas, es notable en Dante. Francesca de Arímino fue tia de Guido Novello de Siena, magnifico huésped y bienhechor de Dante más tarde; fue culpable de un solo delito grave, y ése con tantas circunstancias atenuantes: Dante siente tal compasión que cae desplomado al lado de Virgilio al oír su triste relato; y sin embargo la hunde inexorablemente, como debe, en el Infierno, (25) mientras nuestro buen don Ramón de Campoamor en su DRAMA UNIVERSAL nos coloca benignamente en el Purgatorio, con ondescendencia muy siglo XIX, a los autores de crimenes enormes, de verdaderas perversidades, a Judas, a Heliogábalo, a Semíramis, a Leonor de Navarra. 

O Vendetta di Dio, quanto tu dei 
esser temuta di ciascun che legge 
ciò che fù manifesto ogli occhi miei. (Inf. XVI, 16). 


DOS OBJECIONES (26) 

Se han hecho dos ohjeciones contra la unidad de invención de La Divisa COMEDIA: se ha dicho que los tres libros del Poema son tres poemas diversos, así como por ejemplo son diversas obras tres novelas, de fa COMEDIA HUMANA, de Balzac, aunque tengan los mismos personajes. Á esto se responde que no es precisamente la persona de Dante lo que da unidad a sus visiones, 
sino una profunda y simple concepción teológica, Dios es la idea central de La Divina Comedia, Dios temido en e] Infierno. esperado en el Purgatorio, contemplado en el Cielo y Dios en sus relaciones con el alma humana, justificándola y elevándola por las tres vias de la Mística: la Purgativa, la Iluminativa y la Unitiva. Todo el libro no es más que un canto a Dios, una Theodía, una realización de la idea cristiana de Dios Remunerador, Dios Redentor, Dios Providente y Dios Creador. 

La segunda objeción dice que los dos primeros cantos son una añadidura posterior e inútil y que por lo demás no pertenecen al Infierno, que empieza en el Canto III con la famosa inscripción: 

Per me si va nella città dolente, 

Sea, dice el P. Palmieri, S. J., (27) no pertenecen al Infierno, pero pertenecen a La Divina COMEDIA, siendo como son precisamente el lazo y ligamento que une los tres reinos, explica la causa y el cómo de la entrada en ellos y es además la clave del sentido alegórico; del cual no se puede prescindir para entender plenamente la divina epopeya. Pues no es una de sus menores bellezas la profunda y continua unidad de las dos sentidos, el literal y el anagógico, (28) que hace que cada personaje, cada situación, cada palabra de Beatriz, la Teologia, en el cielo, y de Virgilio, la razón, en el infierno, sea a la vez un paso de la novela formidable que se nos cuenta y un símbolo de la doctrina altísima que se nos propone. 

He terminado mi modesto examen de esta gran conquista del entendimiento del hombre. Hoy que él, después de explotar la tierra y domeñar los mares, quiere también imponer su cetro a los espacios, haciendo obvias a los hombres las rutas de las aves, hasta querer abrazar en un vuelo gigantesco todo el círculo del orbe, siguiendo al sol en su navegación inmortal, bueno es que recordemos, para enorgullecernos más de ser hombres y menos de ser hombres del siglo XX, que en el siglo XIV hubo un entendimiento que se levantó más alto todavía, que subió hasta el 

Amor que mueve el sol y las estrellas (Par., XXXIII) 

hasta el solio mismo de la Divinidad, sol del mundo de las almas, envuelto en luz inaccesible. 

Buenos Aires, 1925. 

NOTAS: 

1 His temper and his situation had led him to fix his abservation exclasively on human nature... (Literary Essays, Dante).

2 Inferno, Canto I.  

3 Le genie du Christianisme. 

4. Ver Dante en Literary Essays de Lord Macaulay, pág. 65, 
Ed. Burt and Co. New York — Sin indicación de fecha. 

5 Cf. L'idee de lá Verité dans La Philosophie de Saint Augustine (Ch. Boyer, S. J.). 

6 Summ. Theolog. I, c.XI, a.4

7 Summam arcem unitatis tenet Sancia Trinitas (S. Bern., l c.). 

8 Nel suo profondo vidi che s'interna 
legato con amore in un volume 
ciò che per l'universo si squaderna... 
Perocche'll ben ch'è del voler obbietto 
tutto s'accoglie in lei, e fuor di quella 
è diffettivo ciò li é perfecto (Par, XXXIII, 103.) 

9 J. Zanné-Moreu, ELEMENTOS DE CULTURA LITERARIA, 

10 El Cardenal Bembo, 

11 La Poesia non è se non una finzione rettorica dipoi posta in musica. (De vulgari Eloquio.) 

12 Verlaine, ART POETIQUE. 

13 come vecchio sartor fa nella cruna (Inf, XV, 17) 
   e come al lume acuto si disonna 
   e lo svegliato ciò che vede abhorre (Par, XXVI) 
   e come fantolin che in vé la mamma (Par, XXIII) 
   qual è colui che somniendo vede (Par,, XXXIII) 

14 colui per lo cui verso 
   il Meonio cantor non è più solo. (Leopardi.) 
 
15 Le Romam Naturaliste, Brunetière. 

16 Boccaccio lo afirma: niéganlo otros. 

17 Caina attende chi vita ci spense! 
   Che mi fu talta e'l modo ancor m'offende... (Inf, V.) 

18 Theologus Dante nullius dógmatis expers, le llama su epitafio. 

19  Bernoville, Les Lerrees, 1922. Polémica contra M. Barrés. 

20 piú alto, verso l'ultima salute! 

21 No fue la culpa mía, fue culpa de las cosas, 
   ¡Yo mo elegí al giboso pérfido Malatesta!... 
   Era la primavera y un perfume de rosas 
   Venía, y de loa pájaros la alborotada orquesta, 

   Hacen languidecer esas tardes hermosas... 
   Yo estaba arrebatada, mareada y molesta. 
   Mal hicimos sin duda leyendo las fogosas 
   Glosas del Lancelote; y de Ginebra. ¡Ay! Esta 

   Fue mi culpa tan sólo... De no irme al instente, 
   De no huir de alli, de aquel aire embriagante. 
   Caro pagaste empero, corazón, tu traición 

   Pasado por la daga del marido engañado. 
   ¡Cuando sentí aquel grito de Pablo apuñalado 
   Fue peor que al ser partido mi propio corazón! 

   (J. del R) 

22 illa reverentia fretus, quam pius filius patri, quam pius filius debet matri, pius in Christum, pius in pastorem, pius in omnes religionem christianam profitentes (Dante. De Monarchia, libro III.) 

23  Quell'unica sposa — dello Spirito Santo... (Purg., XX, 97.) 

24 Perché men parla il mal futuro e il fatto 
   veggio in Alagna entrar lo Fiordaliso 
   è nel Vicario suo Cristo esser catto 
   veggiolo un'altra volta esser deriso... 

25 El feroz gibelino, nieto de Cacciaguida, 
   torvo por los rencores de su injusto destierro 
   va por el reino obscuro para juzgar sin yerro 
   a la luz de la otra, las cosas de esta vida. 

   En vano. Ve a sus émulos en la arena encendida, 
   los ve en todos los círculos de la Ciudad de Hierro, 
   los arroja e das iras del Centearo y del Perro 
   y en el río de sangre y en la pez derretida... 

   No hay perdón. Justiciero eomo un ancángel, lanza 
   su grito inexorable; “Dejad toda esperanza...” 
   aunque su carne, a veces, humana, desfallezca. 

   Aunque doliente diga: “Nessum maggior dolore...” 
   aunque con Ugolino desconsolado llore 
   y caiga como muerto cuando escucha a Francesca

   (J. del R.) 

26 Ver Sismondi, Histoire de la Litterature Meridional. 

27 COMMENTO ALLA Div, Comendia - Roma, Civiltà, tres tomos. 

28 Cf. Dante, LETTERA À CAN SCALIGERO. 

Transcrito de 'Crítica literaria

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