Leonardo Castellani: Hugo Wast; '666' y 'Oro'

'Hugo Wast'

I: '666'

La creencia de que este mundo tendrá un fin, así como ha tenido un principio, pertenece al tesoro común de la tradición de la humanidad. De ahí que haya existido una literatura apocalíptica desde que existió literatura, porque el hombre para caminar necesita saber lo que va a venir, y para eso necesariamente representarse de un modo u otro, conjetural o cierto, el término del camino. En la literatura hebraica existen varios libros esjatológicos (1), de los cuales el Apocalipsis de San Juan colocado en el canon de los Libros Sacros del Cristianismo representa la cumbre y la más alta realización literario-religiosa. 
Del libro profético que cierra el Nuevo Testamento arranca en Occidente una copiosísima literatura que comprende desde la exégesis estricta hasta la fabulación imaginativa, sin olvidar la profecía más o menos autorizada de videntes dependientes o independientes, que cuenta en su haber obras tan importantes como el libro XX del Civitate Dei, la Historia Universal de Bossuet y el Comentario al Apocalipsis que es su secuela, un gran poema de Milton y una gran novela teológica de Benson. Esta literatura se intensifica en las grandes crisis de la Historia, cuando parecen avecinarse catástrofes finales, mundos enteros se desintegran y el hombre siente más vivamente la tortura de su contingencia temporal. 
Nuestro tiempo por ende no puede estar falto de ella, y la literatura profética y anticipaforia es tan copiosa que podría estudiarse como un género. Sólo en el campo de la novela el número y la calidad de las obras es notable. Hay la novela juliovernal cándidamente optimista que cabalga el clavileño del progreso técnico indefinido, como LAS MARAVILLAS DEL AÑO DOS MIL de Sálgari, y unas indigestas y hórridas creaciones de un militar español que firma Coronel Ignotus, cuyos títulos no recordamos, Hay la novela adivinatoria que considera el problema humano, como ELOIS Y MORLOCKS, y varias fantasías de H. G. Wells. Hay finalmente la novela profética, de alcance mayor y perspectiva teológica, como el ya mentado LORD OF THE WORLD, la obra maestra de Roberto Hugo Benson (2) el BRAVE NEW WORLD de Aldous Huxley y una recentísima novela-crónica de Wells, THE SHAPE OF THE THINGS TO COME, recientemente traducida entre nosotros (por desgracia) que es un libro anticristiano, erróneo y dañino, pero no mal escrito, por desgracia otra vez.

Es, pues, una suerte que nuestro Hugo Wast no se haya arredrado de afrontar el tema con criterio católico.
Los dos libros capitales arriba citados, el de Huxley y el de Wells, han sido traducidos, y los dos son desesperantes; y el segundo desesperante y engrupido. El bravo mundo nuevo (frase tomada de La Tempestad de Shakespeare) es un cuadro sardónico y cínico del estado a que encamina al mundo moderno el actual progreso técnico des-almado, dentro del cual se debate la tragedia de un salvaje, es decir, de un hombre que quisiese vivir la vida natural y humana de un contemporáneo de Shakespeare —o nuestro. La técnica literaria de Huxley es maravillosa, más apretada y henchida en ésta que en ninguna de sus novelas; pero los datos iniciales son demasiado inaceptables (reproducción artificial y gobierno unificado del universo, dos disparates biológicos no concedibles a uno que la posa de biólogo) y el desenlace por tanto es perplejo, no sabe qué hacer el novelista con su personaje y lo hace suicidar de un modo atroz en medio de escenas demasiado delirantes.
Lo mismo que CONTRAPUNTO y que EL FIN Y LOS MEDIOS, este libro del más inteligente de los hoy británicos es tipificador de la actual 'intelligentzia' de Gran Bretaña, y en general, de los países protestantes: hay una feroz sátira y vapuleo del desorden contemporáneo junto con una completa incertidumbre, perplejidad y desesperanza acerca de los remedios. Por eso el libro es venenoso al vulgo, porque llora “como los que no tienen esperanza”; pero es útil al sabio porque le representa fulgurantemente el estado último de corrupción de la teología y la civilización protestantes, cuyo destino se juega quizá en estos momentos a cañonazos en todo el mundo.

El último estado de la teología protestante es doble: o bien el ateísmo panteísta de Huxley o bien el modernismo religioso de Wells y Shaw, dos posiciones que no difieren mucho en el fondo. El libro de Wells llamado 'La silueta de lo porvenir' coincide con Huxley en maldecir impíamente del mundo moderno y en tratarlo de idiota y demente perdido; pero difiere en que cree conocer el remedio... y mejor fuera para su crédito que lo callara. El remedio de Wells consiste en el total aniquilamiento de la religión, de todas las religiones positivas actuales, principalmente la papista, y en la simultánea aparición de una humanidad escarmentada, iluminada y sabia, gobernada dictatorialmente por hombres listísimos y sensatísimos parecidos a Wells mismo; humanidad edénica que refrena como un juego sus instintos, es cordial con su prójimo, reparte con desprendimiento las riquezas del mundo, suprime la guerra y hasta la enfermedad, trabaja poco, viaja mucho, se instruye y se divierte en grande, es tan científica que llega a crear por medio de la bio-plasti-genicosofia nuevas especies de plantas y animales mejores que los de hoy, y en suma es a la actual humanidad lo que “el adulto es al niño y el civilizado al bárbaro”.

El ingenuo progresismo socialista de Wells con su tinte seudocientífico es más radical aun que el descomunal progresismo liberal del siglo pasado, puesto por Víctor Hugo en alejandrinos infantilmente centellantes; pero es peligroso a nuestro público incauto y mal defendido, y digamos la verdad, poco y mal catequizado. La gran estampa de colores que ha trazado el narrador inglés es exactamente la ilusión eterna de Prometeo sublevado: hacer de la tierra un Paraíso con las solas fuerzas humanas, es decir salvar al hombre prescindiendo de Dios y a contracorriente de Cristo. No otra cosa prometió la serpiente a Eva y prometerá el Anticristo cuando venga. Es el sueño irrestañable de la estirpe adánica.
Es el Apocalipsis de la Anti-Iglesia,

¡Grande y oportuno antídoto, pues, el de Hugo Wast,con su imaginación y su arte puestos al servicio de la fe y con su Astete longevamente meditado, que ha llegado al punto de madurez dorada en que el Catecismo se vuelve Teología! Aunque hubiera fracasado en su intento, habría que haberle apreciado el esfuerzo (que lo ha sido), porque “in magnis audere, magnum” . Pero el novelista católico nos ha dado una novela nueva, parecida en su estructura a El KAHAL y ORO y en cierto modo su continuación, pero de un renovado y más ancho aliento.

Hugo Wast es novelista, sabe novelar. Este saber no todos lo tienen (tenemos). Quien no lo tenga, si se obstina en hacer novelas se equivoca, aunque tenga muchas otras habilidades o saberes por otra parte. En la revista de alta cultura y reciente creación Locos (3), en medio de artículos sumamente apreciables, tropezamos con una nota un poco sonreíble acerca de: Mallea y su novela en contrapunto. El autor llama a Mallea 'Argos y Cíclope' (que mitológica y ópticamente son contradictorios) a causa de la “primera novela en contrapunto” a lo Aldous Huxley que aparece en Sud América, llamada FIESTA EN NOVIEMBRE. El crítico en cuestión afirma que “en contrapunto" se llama la novela que tiene “dos relatos que no rompen la unidad de la novela”; lo cual es imposible, porque la unidad de una novela consiste en que ella sea un solo relato. El conocido Point-counter-point de Huxley no tiene dos relatos: no son varios trenzados que formaran un solo lazo, lo cual es absurdo, sino un solo trenzado con varios tientos, que por ser más numerosos y divergentes de lo ordinario y mantenerse más separados por alarde de artífice, sorprende más: pero no debe engañar a nadie: aquello es una novela, y Fiesta en Noviembre no es una novela sino dos relatos indefinidos y paralelos que en la intención del autor formarán quizá un todo mental, pero no en la obra lograda ni menos en la mente del lector común. Es algo que no tiene principio, medio y fin, como pide Aristóteles y como tienen decentemente las cosas que son unas; es decir, las cosas que simplemente son.

Para probar esta afirmación indeglutible, el crítico transcribe varios primores y hallazgos poéticos o verbales del libro —con salsa de un hervoroso entusiasmo expresado en un modo demasiado pirotécnico para inspirar confianza— hallazgos que son reales, porque a Mallea no hay que negarle retórica: justamente ella es su peligro. Pero lo malo es que los hallazgos citados, con todos los millares no citados puestos juntos, no pueden tenerse en pie como novela, y se caen -como el libro de las manos. No sé lo que es. pero es así. "Tenía Jarcelín (cita Anderson-Imbert) algo nativamente feroz en los ojos, la boca avinagrada y una camelia blanca en el ojal... ” Dice Anderson que ésta es una frase tremenda, una cosa nunca vista en la Argentina como técnica literaria, “fuerza sin esfuerzo y que sin embargo lo deja jadeante al autor” . Después explica el porqué: porque el haber puesto la camelia del ojal heterogéneamente en ringle con lo “naturalmente feroz de los ojos”, no es un lapsus, ni un mixotropismo, ni siquiera un rasgo humorístico; sino que significa el desprecio que Lintas (otro personaje) le tenía a la ferocidad del otro Jarcelín. Ni más ni meaos.

Digamos sinceramente que es muy posible que signifi que esto, y que nos sorprende mucho —y quizá también al mismo Mallea— no haberlo comprendido antes.
Pero ponga usted esa frase tremenda, forcejante, de una técnica literaria poderosísima, junto con otras 200 páginas de frases congéneres, y no hay cristiano quo aguante el libro ni como medicina. Ese es el hecho.

Pero usted toma 666, y aunque maldiga (es un suponer) el estilo del autor, por no gustarle a usted las frases cortas sino las largas; o aunque disienta de todas las ideas políticas, filosóficas y religiosas de Hugo Wast; o aunque le cause tirria su fe desnuda, su ingenuidad patriótica, su pachorra provinciana y hasta su modo de andar...; el caso es que de leer el primer capítulo, se ve arrastrado al segundo, y leído el segundo devora usted el libro a corto plazo, aunque le quede luego la opción de arrepentirse. En cambio, todo el ritmo visceral, el lenguaje grumoso, el estilo soberbio, pujante y embridado, las escenas-aerolitos, el claustro conceptual profundo, la virtud plástica, el placer muscular de sentirse arrebujado por una cosmivisión compacta y redonda (puesto caso que si la cosmivisión fuese cuadrada, el placer arrebujado y embridado no podría ser muscular sino solamente adiposo) y todo lo demás del otro libro no producen el mismo afecto, antes al contrario, como lo atestigua la experiencia.

Todos estos son truquitos decadentes, filigranas supererogatorias que pueden acompañar o no el don de “fabulación”, esencial del novelista; y que cuando resuenan demasiado es señal infalible de que están puestos sobre hueco. En un tiempo hubo en el país una bulliciosa campaña contra la literatura de Huso Wast. Una cantidad -de literatos puros o aspirantes a literatos estériles abominaban ruidosamente del arte del literato fecundo y los epítetos más feroces del castellano eran insuficientes para expresar el desprecio que les inspiraba el que vendía 100.000 ejemplares de FLOR DE DURAZNO.
Pues bien, ni aquellos matamoros y tragamundos, cuyos nombres en gran parte han dejado el mapa, se atrevieron jamas a negar que Hugo Wast, detestable artista y execrable pensador, fuese un buen, narrador.
Por ahí debían haber empezado ellos, y entonees la profundidad vertiginosa de su pensamiento y la milimétrica finura de su buen gusto hubieran dado al país obras duraderas. Martínez Zuviría siguió tranquilamente dándonos obras por do pronto honestas, obras de buen obrero.

Esta última no desdice de las anteriores. No queremos por ahora resumirla, ni analizarla, ni siquiera criticarla en lo que pueda tener de limitación o malogro. Nos basta hoy presentarla en su contexto intelectual, es decir, definirla. Es un gran espécimen de arte sacro, una gran fábula simbólica para uso de] pueblo fiel, y del pueblo en general, ingenuo y catequizable. Es un trabajo ortodoxo de ilustración de la Biblia, no una obra de teología o de meta-psicología o de orfebrería para uso de ociosos o refinados. Es un trabajo cuidadoso, honesto y vocacional, que entra en aquel magno programa propuesto en el comienzo de este siglo mistificado a Jacques Bivière por el gran artista sacro que es Claudel:

Su puesto de usted está marcado (con Patmore, con Péguy, con Chesterton, y me atrervo a decir, conmigo) entre los escritores cuya misión es rehacer una imaginación y una sensibilidad católicas, marchitadas hace tres siglos gracias al triunfo de la literatura y el arte profanos, cuya suprema corrupción, el arte laico, estamos viendo en estos días...
Toda la representación del mundo (ciencias, arte, política, filosofía) que nos hacemos hace cuatro siglos es perfectamente pagana. Dios de un lado, el mundo de otro: ningún lazo entre los dos. ¿Quién sospechará leyendo a Rabelais, Montaigne, Racine, Molière, Hugo, que un Dios ha muerto en una cruz?

Esta es lo que decididamente debe acabar...

Buenos Aires, 1941.

-(1) Esjatos (griego), significa el, la, lo último, del verbo esjateuô que significa 'ir a la cola'. El término común escatológico ha sido corrompido por los periodistas que no saben griego (ni castelano tampoco) con el significado de 'pornográfico'. Por esa razón acudimos a la ortografía etimológica, para evitar confusiones.
En efecto, no es lo mismo derivarse de ésjatos (último) que de éskatos (excremento).

-(2) E1 sombrío poema de Monseñor Benson es un libro poderoso, da inspiración miltoniana, escrito por un gran psicólogo. Es una obra maestra que tiene un peculiar mal-agüero. En Inglaterra ha sido arrojado al olvido por ser demasiado católica. En España la tradujo un señor Mateos, presbítero, el cual te permitió el lujo de añadirle trozos. Entre nosotros una editorial la ha reproducido en hórrida carátula, cambiando el título, y con notables y arbitrarios cortes en el texto. Por ejemplo, suprime todo el prólogo, corrompe el pasaje del ensueño de Mr. Brand (fin del cap. IV del libro I), se salta una página entera en la escena del suicidio de Mábel (III del cap. IV del libro I), lo vende a $2, se llama editorial católica, ostenta bendiciones de cuanto santo hay suelto en la Argentina, Chile y Sudaméríca en general, y todavía tiene cara para decir de vez en cuando que “está haciendo apostolado".
Si eso es apostolado, ¡mardito sea hasta er día de Pentecostés!, como dijo el andaluz aquél, que tenía una mujer llamada Rosa y decía: "Si ejto é Rosa, ¡mardita sea hasta la primavera!". 
(N. del A., 1945). Después de publicado esto, hemos traducido y publicado nosotros la gran novela de Benson con el título de Señor del Mundo editada por Itinerarium S.A. (N, del A. 1974).

-(3) Revista de la Facultad de Filosofía y Letras, nº1, pág. 173

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II: 'Oro' 

Yo escribo muy mal
y hablo peor aún
y es una gran lástima
¡y me importa un atún!!
(G. K. Ch.)

“Así pues, ¿no es cierto?, al hombre ducho en tomar toda forma y toda cosa mimar —al llegársenos él a nuestra Polis para querer representar fábulas—, nosotros nos ahinojaríamos como a cosa maravillosa y sacra, y algo hechicero, pero... le diriamos que en nuestra ciudad no hay lugar ni caben los tales como él, y lo mandaríamos a otra Polis, cubriéndolo de guirnaldas y aromas—...
Mas nosotros necesitamos un más austero y menos deleitoso poeta, y un cuentista tipo útil, que nos mime solamente el gesto del varón cabal y lo decidero de acuerdo a las normas, cosa que sirva a sacar varones guerreros...” (Platón, Politeia, II, 398 a-b.)

La gente dice que Platón ha expulsado al Poeta de su Ideal Estado (Politeia) en vea de darle premios municipales; pero la gente que eso dice no ha leído a Platón en el contexto, y ni siquiera en el texto, el cual acabo de traducir premiosamente del griego para ustedes.
Platón ha expulsado al 'Poeta Puro', al Poeta Diletante, al que hoy llamaríamos el Poeta Esteta.
Platón expulsó del Estado a don Luis Franco, por ejemplo (no confundir con don Alberto Franco), empeñado en hacer furiosos himnos al... ¿lo digo? No sé cómo decirlo... A lo que natura misma ha vedado ge muestre en público, por más necesario, importante y natural que sea.

Pero Platón no expulsa a Lugones, por ejemplo. Sí, al Lugones del 'Lunario'; pero no al Lugones de 'Romances del Río Seco', que es el más Lugones de los dos.
Platón pide un cuentista tipo útil, capaz de imitar el “gesto de los hombres cabales”, para lo cual es fuerza que él primero sea también hombre culero y cabal en alguna medida.

En el boliche Abraham de Villa Ocampo hay una cantidad de hombres jugando al truco, saboreando caña, fumando toscanos, hablando de política, y otros matatiempos viriles. De repente uno invita desde allá, de punta a punta la sala, con voz estentórea:

—Che Mundo ¿y por qué no contás como jue aquello de don Ramón Ibarra con la tigra?
—Eso es resabido —contesta en la misma forma el aludido—. En todo caso si quieren les puedo contar lo que me pasó días pasados con Kauffman), cuando me encanaron por el caso del overo.

Y todos se han callado a escuchar. Y es verdad que todos saben el caso del Jacha y la Tigra (1) y también el de] comisario Kauffman. Pero todos saben que diez veces oído contar por Mundo no cansa. Mundo es el narrador de Villa Ocampo.
Don Hugo Wast es el narrador de la República Argentina.
Un narrador de esos que pedía Platón.

El arte de narrar es una cosa que se aprende en la escuela o se hereda de Dios. Pero que unos lo tienen y otros no lo tienen. El que lo tiene disfruta, por título universitario discernido por el mismísimo demonio, del derecho y hecho de hacerse escuchar. Como aquel señor Sténtor que servía al viejo Homero de trompa de órdenes, hay quienes tienen una voz de a 500 hombres, otros de a J000 hombres, y algunos de a más aún. Queríendolo o no, la gente tiene que oírlos. Homero, Shakespeare, Don Juan Manuel, Cervantes, Manzoni, todos esos viejos y aburridos señores convertidos hoy en pensum para aburrir escolares, en su tiempo fneron hombres de ésos de hacerse infaliblemente oír. Hacerse oír con admiración y deleite. La gente los oyó con deleite, y si ellos no hubiesen existido nosotros no existiríamos tal como ahora existimos.
Don Hugo Wast tiene ese arte. Su graduación yo no digo que sea la de los de arriba, ni lo niego tampoco; pero la voz la tiene. No he leído diez páginas de 'El Kahal', y el pingo distraído de mi atención ha parado las orejas.

Zacarías Blumen es aquel Matías Zabulón que con David su hermano mellizo fueron proveedores del ejército aliado durante la guerra del Paraguay...
Y allí en el tenducho... nació el segundo Zacarías Blumen.. . que había de ser.. , el hombre más rico de Sudamérica... (págs. 37, 38).
In medies res — rapit spectatorem...

De acuerdo al apotegma horaciano, ya me agarró el narrador y ya me zambulló brujamente en medio de una cantidad de cosas “que suceden” .

¿Por qué puse a Don Juan Manuel al lado de las otras montañas? (Don Juan Manuel fue todo un hombre, no un hombre de letras sino todo un hombre, que escribió un libro de cuentos para niños, que hoy día no leen más los niños sino los hombres. Para los niños hijos de reyes lo escribió. EL CONDE LUCANOR. Con estilo ingenuo y simple y con moralejas en verso al fin, para enseñar moral, cordura y experiencia “deseando que los homes ficiesen tales obras en este mundo que les fuesen aprovechamiento de las honras e de las haciendas, et fuesen más allegados a la carrera por do pudiesen salvar las ánimas".)
Lo puse porque la novela EL KAHAL de Hugo Wast, no es una novela; es un cuento.

La Argentina es un país primerizo; está en su edad media, en el tiempo de la poesía épica, de los romances viejos, de los cuentos. 'Martín Fierro' es un cuento, 'Don Segundo Sombra' es un cuento. Todo poema ahora para ser nacional deberá ser sencillo objetivo exterior impersonal y heroico —heroico no a la manera de Larreta, mas en un sentido especial, homérico, es decir, que levante con sencillez y pujanza las grandes cuestiones humanas—.
He aquí una cosa que Lugones ha visto tarde, pero ha visto al fin en su madurez, con 'Odas Seculares y Romances de Río Seco' por ejemplo. Ya se puede morir si quiere Lugones, ya ha hecho algo. (2) Esta gente de aquí necesita imprescindiblemente que le hagan ver cantando o contando las cosas que tenemos entre manos.
Y esta gente de aquí es amiga de los cuentos bien contados, lo cual prueba que es inteligente. Y salvo el grupito viejo, y peludo de los 'snobes' que leen a Joyce y William Blake (o al menos los mentan), esta gente de aquí tiene entre manos nada menos la religión, la política, los negocios, el trabajo, los hijos, la crisis, el incidente idílico honrado y maravilloso que acaba en el matrimonio, y la vida internacional reflejada simplistamente como un partido de fútbol por nuestra gran prensa noticiera y macaneadora.
Entre otras cosas. Déso hay que hablarles.

Enxemplo LII. Et dési acaesció que un alquimiero cuidó la piedra philosophal o alquimia haber allado, que todo metal o piedra común face oro. Et non era verdad, ca una su fija engannolo muy mucho por mucho amor a un moço judío, et a un cristiano e viejo ricohome, cuyo non me acuerdo como habíe nombre. Et fo grande premia fecha en toda la judería, ca mucho oro ella abíe et todo aquel oro com la fallada adquimia todo él inútil et vano fincaba. Et deque el oro viniera por vil cosa et rahez a reputarse, muy más tranquillo el mundo fallóse, et muchas cuytas remedióse, et muchas contiendas et guerras foeron dispartidas, ca como Aristótil dixo, por allegar más dineros et más tierras son todas guerras causadas. Et la judería de aquel su sobeio poder foé dispartida, et el moço judío a la vera Fée foé baptizado, et con una muy rica et adonada donzella de su nación desposado, baptizados enambos. Et todo aquesto por un embeleço et embaydo del viejo alquimiero foé ardido, talmente a guisa de aquellas arcas inchidas de arena que el Myo Cid a dos judíos burgaleses diera en prenda, cuidando ellos que fino oro abien. Et todos falláronse ende muy bien. Et porque don Hugo Guasto tova éste por buen consejo, mandólo escrebir en dos libros, et fizo estos viesos que dicen así: Más que oro et plata valen aosadas sesos de home et mentes cordadas...

He aquí el argumento de El Kahal y Oro. Exactamente un cuento del Infante Don Juan Manuel. El enxemplo nº52, que Don Juan Manuel se dejó en el tintero.

Pero, ¿y los paisajes y personas de Buenos Aires, los rasgos de fino ingenio y justa observación, los diálogos bien contados aunque un poco prolijos, el largo idilio, el Congreso Eucarístico?
Todo eso está puesto para despistar.

Puesto para despistar, para embaucar, para hacer caer. Hay cuentores que logran hacer creer lo que cuentan, así sea ello ultra-inverosímil, y otros que por más esfuerzos, no lo logran: y ahí está lo brujo del arte de narrar. Probablemente la cosa está en que el cuentor auténtico es el primer engañado, empieza por engrupirse él, se prende en su propio lazo ("si vis me flere — flendum est ipsi tibi”) y los otros vienen a ser como predicadores incrédulos. Don Juan Manuel poseyó esta brujería. Wells, Benoît y Pío Baroja la tienen. Joyce, Abel Hermant y Ricardo León, aunque revienten no la tienen. Cervantes la tiene. Quevedo no la tiene. Voltaire no la tiene y Alejandro Dumas ¡la tiene! Balzac la tíene, Anatole France no la tiene ¡y George Ohnet, oh envidia, tuvo! Gracián no la tiene. Isla no la tiene. Fernán Caballero la tiene. Pereda la tiene. Don Hugo Wast la tiene.

Fábula chirle. Caracteres sin profundidad, epidérmico, pelelescos. Una conversión pueril, un idilio nº enésimo en la obra del autor. Recursos folletinescos. Narración toda en un plano, sin ninguna perspectiva ni lontananza, sin arquitectura. ¡Vea usted la descripción del anticuariado por Balzac (Peau de Chagrin), y compáremela con la del taller de Julius Ram! Pero lo que yo no puedo sufrir es el carácter profundamente mítico de todo ese asunto de los judíos ¡y el Anticristo! ¡El Anticristo y sus profecías, hágame el favor! Estamos en plena superstición y en pleno mito.

Hasta aquí mi amigo eí literato al día y critico erudito.
Mas el conde de Puymaigre ha demostrado críticamente que el Myo Cid, tal como exaltó a España por cuatro siglos, es puro mito.

Los amantes de Teruel son un mito. La Vieja Celestina es imposible, Don Quijote bien mirado es inverosímil. Científicamente Hamlet es increíble. Los dibujos de Leonardo da Vinci sobre una máquina de volar fueron derruidos por Cressio y Bernardo il Físico. El Náutilus era una fantasía extravagante. La revista Iberica ha publicado Una demostración matemática de que el viaje a la luna, de Julio Verne, es por dos vías irrealizable. Los generales austríacos demostraron matemáticamente antes de Solferino que Napoleón debía ser derrotado. Don Juan Tenorio está demostrado por Cotarelo que no existió nunca.
Pero dice Aristóteles que Don Juan Tenorio no existió, pero que es mucho más verdadero que si hubiese existido.
Entiéndanme. Lo dice Aristóteles. Yo me lavo las manos.

Entiéndanme. No igualo ahora a don Hugo Wast con éstos. Sus muñecos (Adalid, Rogelio, Mendieta, Mauricio, María, Berta, Zacarías Blumen) están hechos con dos valientes rasgos porteños y cósmicos, pero no están ahondados ni insistidos. Las cosas grandes evocadas por el narrador están fijadas con lápiz fugaz y profundamente honrado, Shylock. el Congreso Eucarístico, la inquietud mística, la Escritura. Parece un hombre que tuviese la experiencia de muchísimos hijos pequeños que educar. Si es un hombre de letras, es un hombre de primeras letras.
De estos maestros de primeras letras, amalaya dé Dios Omnipotente dos o tres por siglo a los argentinos.

En este libro sobre los judíos, don Hugo Wast es generoso con los judíos. Dos de los lindos tipos de él son judíos, Mauricio y Marta: los protagonistas, los vencedores al fin, los Héroes. No contento con hacerlos felices en la tierra, don Hugo Wasi los salva eternamente y los predestina al cielo. Una hermana judía que tienen, Thamar, emprende Hugo Wast a catequizarla en forma, y mientras al pobre cristiano Adalid lo embarca en una campaña electora] (vaya un programa) y a la cristiana Berta en un monjío, a Shylock Blumen lo enriquece, por poco no lo bautiza también, y en fin de cuentas no le ha pegado mereciéndolo él ni la mitad de cómo lo cascó Shakespeare. (3) El 'mueran los judíos' del prefacio es pura parada, o mejor decir pura teoría. Don Hugo Wast, buen cristiano al fin, da la solución cristiana al hecho judío.
La de Pablo de Tarso:

Inimici autem propter Evangelium,
Carissimi vero propter patres...

A los años que tiene, no va ir don Hugo Wast a gastar su madurez intelectual y humana en un vulgar panfleto antisemita.

Esto es un libro para reflexionar sobre el 'hecho judio'.
La primera reflexión sobre el hecho judío, es que es un hecho. Precisó la polvareda de 1789 para que los hombres lo desmirasen y aun así Napoleón no lo ignoró. La sensatez política más elemental lo conocía antaño. Hay que estar borracho de líbertomanía (hay que ser como Rousseau paranoico) para preterirlo. El hecho judío consiste en que el judío no tiene patria. (4)

Un judío puede llegar a ser hombre de ciencia, difícil hombre de cultura. La cultura entraña una tradición, y el judío es esencialmente el hombre sin tradición patria. (No digo sin tradición racial y religiosa.)

Tengo ante las míentes un judío argentino ("yo estoy argentinos”, me dijo al presentarse), el primer israelita que conocía en mi vida (París, 1933), prodigiosamente ducho en una ciencia (o mejor dicho técnica), y monstruosamente inculto, de una cultura general veramente troglodita. Una impenetrabilidad maciza, rotunda, de todo lo que nosotros sabemos al nacer. Lo que es un sacerdote, lo que es un religioso no tenía idea. Una mentalidad general paleolítica, unos apetitos descomunales a flor de piel, una petulancia e independencia absoluta frente a todo, y una inteligencia monstruo crecida en una sola dirección, como un obelisco en medio de un desierto. (5) Pobre. Y pobres de nosotros si los 499.999 que quedan son así por el estilo.

Es de esperar y suponer que no lo sean. (6)
Es contradictorio 'in terminis' que un judío tenga veramente patria. Patria significa en latín 'las cosas paternas', las cosas que nos dejaron nuestros padres. Comporta un apego exclusivo y arbitrario a un orden concreto realizado, a ciertas costumbres, lengua, trato, casa, tierra; comporta una cautividad a algo corpóreo de que el judío se zafa. La patria no es cosa incorpórea, es una cosa carnal, como amaba decir Péguy.

Heureux ceux qui sont morts pour la terre charnelle
mais pourvu que ce fût dans une juste guerre.
Heureux ceux qui sont morts pour quattre coins de terre,
heureux ceux qui sont morts d’une mort solennelle,
Heureux ceux qui sont morts pour des cités charnelles,
car elles sont le corps de la cité de Dieu.
Heureux ceux qui sont morts pour leus âtre et leur feu
et les pauvres honneurs des maisons paternelles... (7)

La patria del judío es incarnal e incorpórea: ella no es otra que la religion.

Pierre Hirsch; DE MOISE A JESUS, CONFESSION D'UN JUIF. París, La Renaissance du Livre, en 8º, 1933. 
— El autor, que no carece de buena fe ni de talento examina por qué “él no ha de poder ser francés como los otros”, y concluye que a causa de la religión. “Tantum religio potuit suadere malorum’*. Y consequenter propone súbito una reforma tal de la Religión Católica, que admita dentro de sí las otras dos grandes religiones (herejías) del Islam y el Talmud: una nueva Religión Más-católica, con Sede Pontificia en París. Actitud típicamente judía: intentar reformar a fondo los ambientes (es natural) en que se sienten mal; y 'se sienten mal en todos', por culpa ni dellos ni nuestra. Es i a tragedia de Israel.

S. Thomas Aquinas: DE REGIMINE JUDEORUM. 
— La Duquesa de Brabante preguntaba al Teólogo si podía en conciencia imponer tributos recrecidos a sus súbditos hebreos, para compensar lo que ellos con usuras extraían a sus súbditos cristianos. (Antisemitismo estatista actual: pagar con injusticia la injusticia, siempre en provecho del Estado; los dos súbditos exprimidos.)
Contesta el Angélico: —Nones. 
1. Si puede probarse las usuras, tiene el deber de arrancarles el dinero, y volverlo a sus dueños, como con cualquier ladrón.
2. Si no puede legalmente probarlas, debe imponerles impuestos ecuos como a cualquier súbdito.
3. Pero debería 'prevenirlas', imponiendo a los hebreos de su reino una situación legal que les quite la ventaja para el lucro que sobre los cristianos les da su social inasimilación,

Hillaire Belloc: THE JEWS. Metbuen, London, 1927. 
— El hecho judío considerado políticamente —el hecho de ese pueblo existente dentro los otros en estado coloidal— no sufre más que tres soluciones, testigo la historia:
1. O dominan ellos —parcialmente, ocultamente, o como sea.
2. O son oprimidos —despotismo, prógroms, antiemimitismo.
3. O su estado social es reglado racional y cristianamente por una legislación especial.
Las dos primeras son las más fáciles, naturalmente. Basta “dejar hacer, dejar pasar”: aplicar la fórmula del gobierno liberal. (“Un gobierno liberal se diferencia de un gobierno absoluto, no en ser menos absoluto, sino en ser menos gobierno” , solía decir mi tío el cura.)
La tercera necesita un gobernante; no se hace sola.

No es herir la igualdad dar a los judíos una legislación especial, desde que son un pueblo, como ellos mismos confiesan o proclaman, especial. La igualdad de ley consiste en tratar igualmente las cosas iguales; y desigualmente las cosas desiguales. Cuando esta vera Igualdad el Príncipe no sabe hacerla, la hacen o tientan hacerla, por la fuerza de las cosas, los súbditos de por sí, generalmente con gran imperfección y grandísimas injusticias.

Jacques Maritain: RAPPORT SUR LA QUESTION JUIVE AU CONGRES D'ECRIVAINS CATHOLIQUE EN 1921. Vie Spirituelle, tom. IV, pág. 304. 
— El igualitarismo liberal lastima la igualdad verdadera: el igualitarismo liberal lo que consigue es privilegiar, privilegiar injustamente a los judíos sobre los cristianos, del momento que ellos permanecen bloquistas en el seno de la libre y confiada sociedad cristiana, como una secta o una maffia, y desembragados del duro trabajo y costo de hacer patria, que incumbe a todo Iiombre que tiene raíz en tierra.

CABO

“Los judíos como las ostras son una cuestión de estómago; el problema está en si se puede o no digerirlos" —dijo un gran estadista judío, Disraeli. Quiere decir que en la Argentina tenemos medio millón de ostras para un estómago niño.
Ahora, yo las ostras no las puedo digerir sin limón...
Buenos Aíres, 1935. 

-(1) Ver Jerónimo del Rey , Historias del Norte Bravo. 2ª edición aumentada.

-(2) No sospechaba por supuesto al escribir esto que D. Leopoldo tres años después se habría de dar injusta muerte.

-(3) He aquí cómo lo levanta de un solo rasgo el gran inglés ya desde su primer mutis:
Shylock.— (Aside) How like a fawning publican he looks!
I hate him because he is a Christian;
But more for that in low simplicity
He lends out money gratis...
If I can catch hím once upon the hip,
I will feed fat the ancient grudge I bear him.
He hated our sacred nation; and he rails.
...............................
On me... Cursed be my tribe...
If I forgive him!... 

-(4) Véase el libro 'Acerca De una Política nacional' de Ramón Doll (Edit. Difusión) las certeras conclusiones que inspiró esta novela al más agudo observador político de nuestro país.

-(5) Hago constar que cuando escribí esto no existia el obelisco de la plaza República. No me metan a mí en política.

-(6) De hecho, conozco ahora algunos que no lo son. (3 de julio de 1936).

-(7) 
Dichoso aquel que muere sobre un campo de guerra,
Pero siempre que sea campo de guerra justa;
Dichoso aquel que muere por diez palmos de tierra
Donde posa sus plantas alguna causa augusta.

Dichoso aquel que muere por su casa y su tierra,
Siempre sin haber hecho dolo ni fuerza injusta;
Dichoso aquel que compra su tálamo de tierra,
Que compra con su sangre la cama eterna adusta.

Dichoso aquel que muere por la Cosa Solemne,
Aunqne sea pequeña como un grano de anís;
Dichoso aquel que muere para que quede indemne
La vida de un niñito, la gloria de un país;

Dichoso aquel que muere por algo que es perenne,
Sea l Santo Sepulcro, Dulcinea o Beatriz...
O por un sol en campo de doble cielo y lis,

                                        J. del R.

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Señor D. Hugo Wast.
Capital.
Estimado maestro y amigo:

Nunca es tarde cuando el libro es bueno; pero sin embargo no quiero sospeche usted que acabo ahora de desayunarme con su última (¡que el diablo sea sordo!) con su última por ahora gran novela. Es cierto que ahora la he releído; pero estos escolios que ahora publico son de la primera lectura. Lo que acabo de leer es su prólogo al libro ESTRATEGIA NACIONAL del Coronel J.L. Cernadas, que es también muy bueno, lo mismo que el libro.

Su gran cuento (porque cuento es, masvale que novela) lo he leído hace cuatro inviernos convaleciendo de una seria dolencia en una solita casa de la barranca de Martínez (F.C.C.A.). Eremíticamente solo, devoraba en aquella húmedas y breves tardes frente al gran Rio, no solamente su libro ORO, sino también Platón, el Conde Lucanor, Balzac, Santo Tomás, Belloc, Maritain, y cuanto condenado libro cayera en mis manos melancólicas. Allí nacieron estas apostillas. En ellas verá usté una fatídica frase acerca de don Leopoldo Lugones, que hoydía yo no podría escribir. Sería atroz. Después las quise publicar, pero un sacerdote de gran predicamento opinó que ello no convenía por ser ellas oscuras e incoherentes. Tenía ratón.

Un quinquenio después dentra un señor Editor a tentarme de escribir un volumen sobre los judíos que me puede dar tanta fama como dinero y tanto dinero como fama (¡hum!...), casi casi como un libro malo. Busco tus dos libros de usté, encuentro mi papel adentro, lo leo y entiendo todo, y me digo: “Si ya lo entiendo todo ¿no lo van a entender los hombres inteligentes de la Argentina, que son muchísimos, empezando por todos los lectores de CRITERIO?" Y allá fue el manuscrito.

Mi amigo Assaj, siempre insaciable d'ellos, lo entendió también, y no lo juzgó del todo anacrónico. Si el abad de lo que canta yanta, yo de lo que escribo vivo. Ruede pues la bola, marche el mundo, y Dios sea con todos, judíos y cristianos, pero muy especialmente, según mis deseos, con usté y todo su simpático caserón de cristianos viejos.
J. del R. junio de 1939.

Leonardo Castellani

Transcrito de 'Nueva crítica literaria

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