Leonardo Castellani: ¿Ha muerto Dios? (Jauja, febrero 1967)

 La Nueva Didaje
¿Ha muerto Dios?
Leonardo Castellani

La revista TIME (la más difundida entre nosotros revista yanqui) dedica su N9 LXXXVII-14 del 8 abril 1966 a la cuestión del título. La portada consiste simplemente en una interrogación: IS GOD DEAD? en letras rojas tan grandes como JAUJA sobre un fondo negro. Responde con un artículo de 16 columnas, escrito (como se nos anoticia en el editorial) por el escritor John T. Elson, el cual lo meditó un año, leyó 40 libros, fue ayudado por la "investigadora" Mónica Dowdall, y por no menos de 300 "interviús" llevadas por 32 corresponsales de TIME en todo el mundo; no menos que por el Espíritu Santo, "pues se abocó a su tarea... con oración— Los yanquis hacen las cosas en serio.

En el número siguiente, varios lectores contestan, airados unos, aprobantes otros. También nosotros escribiremos nuestra "carta de lectores", ni airada ni airosa.

El artículo muestra un esfuerzo de imparcialidad, dice no pocas verdades, ostenta extensa información; y en suma, es interesante. Pero yerra de punta a cabo, porque el método es malo. No se puede resolver nada en este asunto por mayoría de votos y por "autoridades'' — o sea por dichos de maestros, "Magister dixit" — sean los que fueren. Y si no se resuelve nada ¿para qué diablos preguntar?

Querer resolver una cuestión filosófica por mayoría de votos o por el argumento de la autoridad de un hombre, es lo más infeliz que hay. Santo Tomás enseña (y todos en realidad) que el argumento tomado de la autoridad es el más infeliz: "Locus ab autoritate, infirmíssimus." Mucho más cuando las autoridades son "ilustres" teólogos de todas las sectas de Norteamérica, ilustres desconocidos para nosotros; y que para mejor discuerdan todos en lo que opinan. Algunos simplemente enseñan que Dios ha muerto y hay que crearle un Sucesor, como un curioso grupo de "Ateos cristianos", (!) encabezados por tres profesores de Teología (teología sin teo en este caso) Thomas J.J. Altizer, William Hámilton y Paul van Buren.

El sufragio universal está hecho por medio de estadísticas. Consolémonos: el 97 por ciento del pueblo americano cree que Dios existe. Mas cuando estábamos por prenderle una vela en acción de gracias a Santa Filomena, caímos en la cuenta que el argumento probaba demasiado: probaba que Dios existía, pero probaba también que hay 11 ó 12 dioses; tan diversos y contrarios son entre sí este "Dios" que el 97 % adora. Lo que prueba demasiado, no prueba nada. "Quod nimis probat, nihil probat". Uno de ellos ("a young Washington scientist",) cree que Dios existe, pero que es "hidrógeno y carbono"; más o menos como Telar Chardón. (1)

Por lo demás, el hecho de que los yanquis en masa creen que Dios existe, cualquiera sea la pinta que le pongan, no invalida el hecho de que, dentro de poco, "millones de hombres en... Sudamérica, están destinados a nacer sin la menor esperanza de ser llamados al conocimiento de ningún Dios" — dice Elson. Nos decepciona pues el argumento de la estadística: no se aplica a nosotros. Por ser Sudamérica conoceremos a un Dios de los 10 existentes solamente un 9% de cuitados criollos. 

Lo que responde Muergo en la novela de Pereda a "¿Cuántos dioses hay?" — " Y... habrá, a todo tirar, una media docena", para los españoles es un chiste irresistible, para el yanqui es una cosa corriente y natural.

Las autoridades citadas son todavía más derrotantes; no solamente divergen todas en sus opiniones, sino que ellas son tan refinadas, embolismadas y chiripitifláuticas que es de agarrar un pasmo en el cogote. Algunas tienen una fe "más roqueña que el peñón de Gibraltar", como el Pastor Billy Graham, el que inventó el pan de Graham, y ha andado aquí por Buenos Aires — y por todo el mundo, predicando; el cual dice:

"Conozco que Dios existe por mi personal experiencia; y conozco que yo lo conozco. He hablado con El, y he paseado con El. Se preocupa por mí, y actúa en mi vida cotidiana". Todos creemos eso en cierto modo; pero no llegamos a creer que hayamos jugado con El una mano de truco.

Copiar las opiniones pintorescas (o chiripitifláuticas) de todos estos grandes "teólogos" sería profuso. Lo mismo pasaría si quisiéramos espigar todos los errores que esmaltan el artículo, a pesar del cuidado que pone su autor para evitarlos. Por ejemplo: "No se puede probar a Dios por medio de la razón" — "La Iglesia por obra de la "ventana" de Juan XXIII, se está renovando en espíritu y en formas" — "la religión ha decaído en nuestros días por causa del Capitalismo y de la Ciencia"; pues el Capitalismo, al arrebatar a la Iglesia Católica el control de la economía (?) lo sujetó a la ley de la oferta y la demanda; y la Ciencia demostró que Josué no pudo parar el sol en su curso, porque el sol no tiene curso. 

A ninguno de los grandes teólogos consultados se le ocurrió decir con sencillez: "La vida de Jesucristo es un hecho histórico incontrovertible; y la vida de Jesucristo prueba que Dios existe... " ¿No alcanzan eso? Entonces ¿qué teólogos son?

O un poco más largo: "Las Cinco Vías" de Santo Tomás para probar la existencia de Dios emplean la terminología y la axiomática aristotélica; de modo que al no iniciado en ellas pueden parecer oscuras, opacas o inefectivas. Pero puestas en lenguaje no técnico, son la evidencia misma".

En efecto, el axioma: "Todo lo que se mueve se mueve por otro" significa llanamente que todo lo que empieza a ser no puede haberse dado el ser; ergo su ser viene de la acción de otro ser. Esto es pura y simplemente el principio de contradicción: el no ser no puede dar el ser. Nadie da lo que no tiene.

Ahora bien, el Universo se mueve; es decir cambia; demasiado nos lo remachan hoy día con la famosa "evolución". Toda clase de movimientos, generaciones y muertes, cambios químicos sustanciales, cambios físicos accidentales; y dentro del hombre la continua sucesión de actos, la 'Dureé' de Bergson... Por tanto, si todo "moverse" exige un "otro", uno tiene que llegar a través de una serie de "Otros" movimientos - movidos, a un Gran Otro, Moviente Inmóvil; o sea mutador inmutable. Motor de todo cambio — que no cambia.

Esta es la primera vía, la del movimiento. Las otras son igualmente obvias, si uno las "traduce". 
El pueblo las entiende sin más que decirle: "No hay efecto sin causa"" — formulación defectuosa si se quiere del otro axioma. Pero la mayoría de los cristianos creen (saben) que hay Dios simplemente por la vida de Jesús.

Yo no sé si esto de querer resolver una cuestión por mayoría de votos o por dichos de dómines (lo cual es infeliz, como está dicho) es propio de la mentalidad estadounidense; o es una excepción idiosincrática de John T. Elson. Ninguna de las dos probablemente; sino que es una manera arruinada de pensar de los pelagatos de todas las naciones, "la mentalidad de broadcasting"", como dijo Donald Knox. Pero es una desgracia que esa mentalidad de los que "hanno perduto il ben dell' intelletto", sea servida por revistas tan maravillosamente informadas y bien hechas como el TIME; propiedad de Clara B. de Luce y Henry R. Luce — católicos según creemos. O judíos conversos.

---NOTAS---
(1) "Didajé" (Didajé toon dóodeka Apostolóon) o "Doctrina de los doce Apóstoles" es la primera obra que nos ha quedado de la primitiva Iglesia, Siglo I, antes del año 70. Es una especie de rudo Catecismo.

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