Leonardo Castellani: El problema argentino (Jauja, directorial julio 1967)

Directonial 

Del dicho al hecho hay gran trecho; los hechos son varones, las palabras son hembras; el infierno esté repleto de buenas intenciones; y de buenos discursos y directoriales. 

El problema argentino tan difícil de resolver, sin embargo es fácil de plantear. Como el binomio de Newton. Quizá imposible de resolver. Para mí el binomio de Newton es imposible de resolver. Inveterado, viene de muchos años atrás.

Vamos a ver el tal planteo la Argentina se independizó de España, de quien era una provincia; y se convirtió a poco andar en una factoría oculta de otra nación muy maula. Claro que esto tuvo muchos vericuetos; pero hablando breve y mal, es eso. Los vericuetos pueden leerlos en Ibarguren 'Así fue Mayo' (reedición aumentada, Theoría, 1967) en Pepe Rosa 'Pérdida y recuperación de la independencia económica'; Idem, 'Así cayó Rosas'; Vicente
Sierra 'Historia Argentina', etc.

La Argentina era rica en recursos; los tiempos eran tranquilos; la nación metrópoli dejaba un décimo de lo que se llevaba a la clase dirigente a su servicio (o sea, Cipayos) que vivía opulenta y gobernaba al país más bien lenta, una vez eliminados a sangre y fuego sus enemigos (fuego literalmente a veces a los soldados del Chacho que tomó prisioneros Sandes en la batalla de Las Playas los quemaron vivos ver Gregorio M. Madero 'La degollación del Chacho', Theoría, 1966). 

Así el país parecía marchar espléndido, e incluso tuvo sus borracheras de euforia progresista en 1890 y 1910.

De repente estallaron dos guerras mundiales; la testa de la dùplice Revolución se irguió en el mundo; y el metropolazgo de la Argentina pasó a otra nación diferente, de la misma raza. Hic fletus, hic dolor.

La nueva metrópoli no podía espoliar a la Argentina de sus riquezas y su trabajo con el método simple de la otra. Había habido dos o tres tentativas de rotas cadenas frustradas; pero ya mucha gente había abierto los ojos. Por esta y otras razones, el Emporio dejó caer a la Argentina; y en vez de comenzar aquí la prosperidad del país, misteriosamente cayó en insoluble crisis económica.

Los hermanos del Norte tenían sus propios enredos. De una democracia habían bajado a una plutocracia (natural asaz) como temía Tocqueville en 1831; y empezaron a ser gobernados  invisiblemente (no mucho) y parcialmente (en gran parte) por el poder del Gran Dinero; y grupos secretos, como la Masonería, el Pentágono y el Sionismo. Estos poderes invisibles se encargaron del cipayaje y la expoliación, por modos mucho más sutiles; para lo cual necesitan mantenernos en estado colonial (subdesarrollados) al mismo tiempo que nos ayudan al desarrollo por medio de siniestros préstamos y Bancos usurarios — con típico Cant anglosajón; o sea, tartufismo. 

Eso está condicionado al mantenimiento de la Democracia; o sea de gobiernos débiles, amedrentables; y aun sobornables, si viene a mano. Poco importa que esa democracia se llame Radical del Pueblo, Radical Intransigente, Revolución Libertadora o Revolución No-Líbertadora. Es el liberalismo ya podrido, galvanizado por toda clase de trucos raros, como golpes de Estado, fraudes electorales y dictaduras fallutas. 

Los partidos no los suprimió la RA. Hace tiempo no existían partidos sino el Ejército y los Gremios. Los partidos eran cháchara pura, fomentadora de la disolución. 

Lo que hoy llamamos ORDEN y fijamos en Constituciones LIBERALES, no es más que una anarquía hecha costumbre. La llamamos Democracia — dijo Donoso Cortés; a no ser que haya sido Romualdo Brughetti.

Libertad! ¿De qué y para qué? 
¡Libertad, libertad, libertad! Así como la voceada 'libertad de los mares era la libertad inglesa para comerciar; y el librecambio de Adam Smith la libertad inglesa para explotar; así la libertad política se reduce a la gran farsa de echar los votos; la libertad de cultos, a la vía de debilitar la religión del país ya bastante cachuza; la libertad de prensa... Los que claman por la libertad de prensa son los que necesitan abusar de ella — dijo Goethe; anoser que haya sido Roberto Aulés. E vía dicendo. 

Se logró hacer creer a los semicultos que lo importante para una nación era la economía (con mayúscula) y todo lo demás se daba por añadidura; y en eso parece estar ingurgitado o somormujado el gobierno actual; ocultando o ignorando que sólo una gran política da una gran economía; y que sólo una nación fuerte puede librarse de ser reducida a sub-nación por otras naciones fuertes. ¿Qué se han creído ¿Que los hombres son angelitos Aprendan de nuestra propia experiencia, escarmienten en cabeza propia. 

El partido en que se juega el dominio del mundo ha empezado ya. Se jugará hasta el final entre hombres fuertes. ¿No habrá algún hispano en él 

La duplice revolución mundial está ya en marcha desde más de un siglo ha la revolución blanca y la revolución negra, que dice Spengler. En rigor, esta última es amarilla, pero más negra que la otra. 

La revolución blanca es el alzamiento universal de los bolches; no escuetamente contra el Capitalismo (entidad semi-mítica o semítica más o menos forjada por Marx y demás teorizantes de la demagogia) — sino contra todo lo que en la Cristiandad era autoridad, orden, jerarquía, cultura, tradición; en suma, superioridad. Es el resentimiento de los inferiores quieren nivelarlo todo — por abajo. No son los obreros, no; aunque a muchos de ellos los han despistado con el endiosamiento del trabajo manual y el mesianismo del proletariado. Los buenos obreros, los obreros peritos y laboriosos, y no ineptos y vagonetas no son proletarios; y se ofenden si así los llaman. Vayan a ver al Sindicato de la Carne o a Luz y Fuerza (El hombre integral cuerpo, inteligencia y voluntad). Le dije a uno dellos, muy leído —¿Pero Vd. sabe quién fue Marx — ¿Y cómo no Fue un judío barbudo, más feo que pegarle a Dios, que habrá sido muy inteligente, pero por más que digan, no es el fundador del Comunismo. No quise discutir. En el fondo puede que tenga razón la mentalidad bolche viene de mucho más atrás. 

La Revolución Blanca quiere decir tabla rasa de todo lo existente; y crear de la nada un universo nuevo; como Sarmiento y Mitre siniestra utopía. Hay en ella hasta sacerdotes sabiéndolo o no, todos los desjerarquizados trabajan para ella. Hay desjerarquizados incluso en la misma Jerarquía — con perdón de la paradoja. Es así. Yo no tengo la culpa. Con su venia y guardando todo respeto, ilustrísima. 

No hablamos de los bolches de Rusia, no. De los argéntinos. No hablamos tampoco de los inscriptos en las listas de Codovilla; hablamos de todos los des jerarquizados, de todos los rebelados o hastiados del Orden Romano, de todos los democráticos sinceros o fingidos, empezando por La Nación diario; de todos los idiotas útiles; de todos los que se han salido o quieren salirse de su propio lugar o puesto. 

Los ordinarios dominan
¿Cuántos son Contarlos quiero.
.Por cada dos mil espúreos
No hay ni un noble verdadero.

Pero en nuestros 20 millones hay por lo bajo unos 3.000 nobles; los suscriptores de JAUJA; incluso el Teniente General, que se ha suscrito a 10 colecciones.

Estamos en Pentecostés esos 3.000 nobles se vuelven hacia este sermón del Espíritu Santo; y como los judíos a San Pedro, preguntan
—Varones hermanos ¿qué haremos 
—Arrepentirse; y bautizarse cada uno en el nombre del Señor Jesús. 
Es decir, en este caso, rebautizarse; pero en bautismo de fuego y del Ventarrón Divino — que dijo Cristo. 
¿Y cómo se hace Pregunte cada uno a su propio Párroco, con tal no sea un párroco neolero. Por suerte, hay pocos.

Sólo Jesucristo puede salvar a la Argentina, me repite cada día mi eventual cocinera; o sea, los que hagan capaces de hablar y obrar en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo. 

A estos no les prometo la felicidad; a no ser la felicidad mía; que es muy real y existente, aunque rara.

Yo no lo veré; porque mis días corren disparados a su fin, corno dice el Profeta; según COMENTARIO, notable revista judía; — que me la dan gratis. (Y después dirán que los judíos son tacaños). 

Con un gobierno gobierno hasta los judíos más malos servirían — a su modo. Yo no lo veré.

Pero ¿quién sabe Sólo Dios. Vengo de una familia de centi-añarios. Puede que lo vea. 

Uno es siempre tan joven como su ilusión, y tan viejo como sus desengaños. 

Procuremos vivir con serenidad nuestra desesperanza. 

Leonardo Castellani Directorial (editorial, Jauja julio 1967)

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