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EL ESTADO SERVIL
El problema político más importante de nuestros tiempos es la existencia de un proletariado. Proletario, es el hombre que depende para vivir de un salario apretado, el cual además le puede faltar en cualquier momento. Este estado de millones de hombres depende de una situación de la economía que fomenta el amontone de los medios de producción en pocas manos, lo cual se llama capitalismo.
Si será importante ese problema que la guerra más grande que han visto los siglos ha girado en torno de él — y seguirá girando—.
Las naciones que ostensiblemente provocaron la guerra, alegaron para ello el ser proletarias, es decir, estar en el concierto internacional en un estado análogo al del obrero de hoy día en el concierto (o desconcierto) social; pretendieron, pues, que la guerra no era más que una Huelga revolucionaria.
Las naciones que ostensiblemente rehusaban la guerra aunque puede que en latencia la buscaran), pretendieron que ella era una Cruzada cristiana; de modo que, para rebatir la justificatoria enemiga debieron echar mano de la religión (del remanente de religión incluso subconsciente que existe en el mundo occidental) y describir a sus enemigos como a una especie de herejes o de demonios, atacados de una suerte de enfermedad moral que los pone fuera de lo humano, llamada nazismo.(1)
De manera que es imposible los beligerantes tengan razón a la vez en su tesis (razón completa), pero puede ser que ninguno de los dos la tenga; como dicen los lógicos ocurre con las proposiciones contrarias.
El capitalismo es un orden inestable que va a desaparecer necesariamente, porque es imposible que el hombre viva en las terribles condiciones actuales, entre guerras mundiales, guerras civiles, luchas de clases y ensayos de solución tan bravos como el fascismo y el comunismo. Hay solamente tres soluciones posibles del capitalismo, y se puede probar con todo rigor que no puede haber más que esas tres, que son: la socialista, la tradicional y la estatista.
La revolución socialista considera la Propiedad Privada un mal en sí misma y propone convertirla toda o casi toda en Propiedad Pública, es decir, poner los medios de producción (tierra y capital) en manos de políticos que los administren en bien de todos; o sea, hablando para la Argentina, crear un centenar o dos de ypefes. (YPFs.)(2)
La solución tradicional considera un bien la Propiedad Privada, y un mal su desmenuzamiento infinitesimal (minifundio, ahorro postal) y su amontone en manos de una minoría de millonarios y una minoría de monopolios irresponsables y antisociales. Esta solución propende a romper la rueda infernal de la proletización por el surgimiento de una nación de propietarios. Hubo un largo tiempo en que eso existió y el mundo nunca fue más feliz. De ese tiempo desciende toda nuestra civilización.
Existe una tercera solución informulada e invisible, que sin embargo está en curso de actuarse por sí sola o por la fuerza de las cosas, que consiste en ir proporcionando al proletario su seguridad a costa de su libertad sin tocar la propiedad privada latifundaria; o sea, en ir aproximándose en forma latente al estado servil o esclavista en que estuvo el mundo durante miles de años antes del advenimiento del Cristianismo y bastante años después de advenido.
En suma, supuesto que el actual capitalismo será liquidado, cosa de que nadie puede dudar, el resultado será necesariamente una de estas tres cosas: el Comunismo, la Propiedad o la Esclavitud. Quiere decir en términos históricos, que el mundo no tiene más caminos que volver al paganismo, volver al cristianismo o caer en una sociedad nueva actualmente en ensayo, basada sobre la abolición de la propiedad privada, que para un creyente no puede ser otra que la sociedad del Anticristo.
El estado legal de esclavitud ha comenzado ya en el mundo sin ser advertido, a no ser por las mentes más penetrantes; claro está que no con el nombre de esclavitud, que repugnaría a nuestros atavismos cristianos, pero sí con los nombres simpáticos de Reformas Sociales o Leyes Obreras. Charles Maurras lo denunció en un brillante diálogo de su Anthinéa, que desenvolvió lo que todos creyeron una picante paradoja y después apareció entre las manos de H. Belloc una tesis solidísima, a saber: “el estado del obrero actual camina a ser peor que el del esclavo antiguo (hablando de los países industrializados a fondo como Inglaterra), por tanto, para estar así, más valdría volver de nuevo a la esclavitud legal”.
El esclavo antiguo trabajaba toda la vida en provecho de otro a cambio de la seguridad de la subsistencia y la posibilidad de la manumisión; el obrero moderno carece de hecho de estas dos últimas ventajas. La libertad política que se pretende haberle dado modernamente es enteramente ilusoria: no hay verdadera libertad política ni tampoco dignidad humana sin alguna manera de propiedad.(3)
El casado casa quiere.
Tengo casita,
tengo mujer,
soy dueño y libre,
puedo querer...
responde desde el fondo de los siglos y de la sangre nuestra vieja tradición española democrática y cristiana.
Estos principios permiten juzgar con seguridad las reformas sociales sacadas a luz como grandes novedades por los hombres prácticos especializados en previsión social. No es muy difícil: si encaminan hacia la redistribución de la propiedad y la multiplicación de los propietarios, son buenas; si no encaminan a eso, no lo som. Aumentos de salarios, seguros sociales, cajas de jubilaciones, arbitraje obligatorio, salario mínimo, sanatorios obligatorios, dentistas gratis, bolsas de trabajo, etc., de suyo ni siquiera tocan el problema del proletario; y si lo tocan a expensas de su libertad, entonces son dañinas y no benéficas, pues lo enderezan a la peor solución de todas, que es el restablecimiento legal y larvado de la antigua esclavitud. Hay que decir, pues, a los obreros lo que ellos ya sienten instintivamente, a saber: la jubilación es una estafa, los seguros sociales son una patraña, los aumentos de salarios son una paparrucha. Los verdaderos progresos sociales se verifican en la linea de la libertad de contrato, derecho de huelga y libertad de asociación gremial, junto con una educación moral que capacite a las masas a gozar de la libertad sin abusar de ella.
La solución tradicional es dificilísima de actuar en el mundo moderno descarriado, por la sencilla razón de que las otras dos están en la línea de menor resistencia y son más fáciles, por lo mismo que sen falsas: para enderezar a uno que está en la cuneta, hay que cinchar, para hundirlo del todo basta empujar un poco. Probablemente tal solución es imposible sin un previo o simultáneo resucitamiento de la Fe, entendiendo por Fe no otra cosa sino la Iglesia; dado que la pérdida de la Fe ha sido lo que posibilitó en Europa el advenimiento del Capitalismo y después su enderecera al inminente Estado Servil.
Para el teólogo todas estas cuestiones sociológicas tan complicadas son muy sencillas, él las arregla con un texto: “Nadie puede servir a dos señores. Así pues no podéis servir a Dios y a las Riquezas.”
La alternativa que puso Cristo al servicio de Dios fue la esclavitud a las Riquezas. Mediten un poco en eso: no dijo la lujuria, la ambición, la pereza;
es Plutón el otro Amo fatal y necesario. Así, pues, la Cristiandad dejó de servir a Dios y cayó bajo el yugo de la avaricia, de la usura, del dividendo, del Mal Rico del Evangelio. Algunas naciones hoy día han liquidado simplemente a Dios y han aceptado tranquilamente como amo al dinero, es decir, la sangre del pobre, la sangre del Pobre de los Pobres, vendida por treinta siclos de plata: y lo terrible es que hasta ahora les ha ido muy bien el negocio.
Otras naciones en cambio, como nuestra desdichada patria, están todavía fluctuantes entre los dos señores, lo cual no vayan a creer que es mucho mejor que lo otro. Porque tenía razón en cierto modo Monseñor Claudio, cuando repetía antes de morir, hablando de los católicos liberales: "El que le enciende una vela al diablo, le enciende una vela al diablo; pero el que le enciende ua vela a Dios y otra al diablo, le enciende tres velas al diablo."
El cual sea sordo, y sea reprimido en este país por San Miguel y la Virgen de Luján, antes de que sea demasiado tarde.
Amén. Buen viaje, buen pasaje.
(Leonardo Castellani, 30 de mayo de 1945)
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1- Quien quiera ver lo que es esta enfermedad, según los enfermos de ella, puede ver la cinta 'El mundo de mañana', que recomienda en su número 1.854 la revista porteña “El Lograr”.
2- Por supuesto que hablamos del socialismo real y no de los cuitadillos que escriben en “La Vanguardia”, que no tienen filosofía fija ninguna, y son una especie de liberales trasnochados inexplicable y exageradamente anticlericales.
3- Si no lo quieren creer, pregunten a los colectiveros y a los que viajamos en colectivos, de qué nos ha servido el voto universal, obligatorio y gratuito, sino de embromarnos más cada vuelta.
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