Leonardo Castellani: Decíamos ayer (Jauja, julio 1968)

DIRECTORIAL

Como Julio es el mes de San Ignacio, me pidieron escribiese un ensayo sobre "¿Qué haría Loyola si volviese al mundo?" Empecé a hacerlo, ¡al diablo! no pude. 

Entre otras cosas, porque tuve que ponerme a corregir pruebas de "Decíamos ayer", un libro escrito hace veinte años; que son ensayos publicados semanalmente en CABILDO Y TRIBUNA de Buenos Aires; del cual existía un solo ejemplar en mi desván, pues lo pararon cuando ya estaba impreso en 1947, y yo en Europa. 

Menos mal que Dios me conserva la vista, pues solamente de corregir pruebas podría haberla perdido. 

Ha sido para mí un buen examen de conciencia releer ese manotreto de 424 págs. que ya ha de estar en la calle. Me di cuenta que era bastante pavote en aquel tiempo (y ahora quizás más) pero lo que decía era verdad. Verdad inútil, porque nada de lo entonces dicho se ha cumplido. Tonto, porque creía que bastaba descubrir los males del país para que se remediaran. Los lectores actuales pueden decir yo era entonces un maldito optimista. 

Pueden decir también yo era un maldito pesimista; porque me parecía y decía que nuestro país estaba muy mal. Y el caso es que me sigue pareciendo lo mismo. Contra el apotegma del poeta:

  cómo a nuestro parecer,
  cualquiera tiempo pasado
  fue mejor.

a mí ime sigue pareciendo que fue igual: algunas cosas de entonces han mejorado, otras han empeorado. Suma y sigue: el conjunto o el fondo de todo, igual 

  Cuán pronto se va el placer
  cómo después de acabado
  deja mal;
  cómo a nuestro parecer
  cualquiera tiempo pasado
  era igual.

¿Para qué seguir escribiendo entonces si no he sacado nada escribiendo 40 años? 
Los temas que entonces me ocupaban eran principalmente: 1º la enseñanza (llamen "educación" si quieren) que en sus tres grados andaba mal; la "libertad de prensa", de la cual éramos víctimas, pues dejaba libre a CRITICA y LA RACION y nos suspendía arreo a nosotros por 5 días (Castillo) o definitivamente (Mirandar-Perón); la "neutralidad", que presionaban abandonáramos a favor de los "aliados", como al fin se hizo; la explotación de los recursos del país (carnes) por parte de Inglaterra, pura y simple estafa; el creciente avasallamiento por parte de la USA (Chapultepec) la ilegalidad y no estabilidad política; el "proceso de cretinización" del pueblo (prensa, radio, libros, etc.) y la corrupción de los gobernantes (perduelio) —sin lo cual todo lo anterior no podía verificarse. Contra todo esto escribíamos no sólo yo sino todo el equipo; y Don Lautaro Durañona sacrificaba una, dos, tres fortunas, y al final la propia vida. 

¿Quién me podrá negar que todo esto ha seguido? El libro DECIAMOS AYER es estrictamente actual. 

¿Qué hacer ahora? Seguir haciendo lo mismo sin la menor esperanza (por lo menos de llegar a ver el remedio) estrictamente por Dios y no por los hombres, transformar el patriotismo en caridad —si es que no fue siempre eso. 

A eso obedeció la fundación de JAUJA; no a un regüeldo de vanidad ("Castellani fundó una revista para publicar SUS COSAS") que si acaso existió en un primer momento no pudo durar mucho; y por eso la mantendré (si Dios quiere) hasta el fin deste año, contra una balumba de dificultades, disgustos y trajines. Después veremos. Posiblemente esta nación no puede ahora soportar una revista —ni la merece. (Posiblemente el que no la merece soy yo). 

En CABILDO me contrataron (con un sueldo que nunca pagaron) para "escribir sobre la enseñanza". Así lo hice hasta agotar el tema... hasta agotar lo que YO SABIA. Mis berretines desde los 17 años eran: la libertad de enseñanza y la enseñanza de la religión en las escuelas. Ambas cosas se consiguieron; y en su consecución tuve yo sin duda parte. Y de inmediato después me prohibieron a mí enseñar el Catecismo (en la Normal de Salta) y enseñar en la Universidad Católica "privada" (¡y tanto!) Me sosegué pensando que de ese modo era más cierto que yo trabajaba por Dios solo y no por mí. Pero los que hicieron eso no crean van a quedar sin castigo; esa evidente ruindad no les va a atraer la bendición de Dios, sfido ío.

En la fiesta de la Trinidad de hace ahora un año prediqué lo siguiente:
"Id y enseñad a todas las gentes". La misión de la Iglesia es enseñar; no es hacer política, apoyar o derribar gobiernos "democráticos", ni siquiera "civilizar"; como dicen ahora; aunque eso lo haya hecho arreo por añadidura. Un misionero se va a Alaska (el P. Llorente) se sienta en un mojón de hielo, y a los esquimales que vienen no les dice: "Ahora os voy a enseñar el inglés; os voy a hacer una escuela, os voy a fundar un hospital". Les dice simplemente: "Jesucristo es Dios", y si acaso no se los dice, es porque no puede por el momento: no sabe el idioma esquimal. 

"Enseñad todo lo que yo os he MANDADO". ¿Qué es lo que hay que enseñar? No las matemáticas, o la astronomía, sino la Religión; y estrictamente la Revelación; y eso no solamente! para saber, sino para hacer; es enseñanza pragmática. Ahora que sabéis todas estas cosas, dichosos seréis SI LAS HICIEREIS". 

En su libro "Cartas de Celestino VI", Giovanni Papini se queja de que las Ordenes Religiosas se dediquen a fundar escuelas y a enseñar programas escolares de los gobiernos. Tiene razón; más eso se debe al actual laicismo de los Estados apóstatas, incluso los llamados Católicos"; el cual ha obligado a la Iglesia a correr a la brecha del intento de descristianizar a los pueblos y a los hombres desde su infancia. 

Mejor sería desde luego que los sacerdotes enseñaran el Evangelio en vez de literatura o matemáticas o filosofía; aunque la filosofía nunca estorba para predicar, como sostenía Lutero; al contrario. Al fin la Teología no es más que el Evangelio con filosofía. 

Sería mejor desde luego (dije) que los Jesuítas por ejemplo en vez de tener una Universidad donde enseñan (?) incluso arte cinematográfico (?) y "métodos publicitarios" junto con un poco de Teología, enseñasen mucha teología en una Facultad Teológica plantada en el centro de la Universidad de Buenos Aires; dándole a ella la unidad que ahora no tiene, como era en las antiguas Universidades;' y que fuese la UNICA Facultad de Teología del país (no hay teólogos para más) con todas las fuerzas y recursos coaligados de la Iglesia. ¿Una Universidad del gobierno o de los particulares? De toda la Nación entera. 

Y lo que digo de los Jesuitas queda dicho de la Universidad Católica (?) Episcopal que es absolutamente el mismo caso o peor. 

Estos son sueños. Esto es lo que se debía haber procurado en vez de 40 pequeños simulacros de Universidad; pero no se procuró. El camino que se siguió no fue el mejor ni el deseable. Va contra el buen sentido: una Universidad debe componerse de sabios, o tener por lo menos algunos sabios (no fuesen más que tres) uno de ellos Rector. No hay tantos sabios en la Argentina para tantas Universidades, quizás ni siquiera para 3. Salen Universidades enanas; o, lo que es peor, falsificadas; fábricas de profesionales a porrillo iguales o inferiores a las del gobierno. Sí, pero al ¡menos ellos salen sabiendo Catecismo! ¿No se podría enseñar Catecismo sin complicarse a enseñar "arte cinematográfico" (que no es arte) o "la ciencia de la música" — que no es ciencia..." 
 
Esto es lo que predicamos con palabras y obras más de 20 años; y cuyo resumen está en los dos libros: "LAS CANCIONES DE MILITIS" y "DECIAMOS AYER". En ellos está patente "la vanidad de Castellani" si quieren; pero un poco también está patente la vanidad del que se llamó a sí mismo "la Verdad" ("Ego sum vía, VÉRITAS et vita") la cual para este país es vanidad, pues no le hace caso. Pobre país. 

El Dr. Carlos Mastrorilli, que es quizás el mejor publicista del país o pocos menos, dice hablando de la situación actual del país lo siguiente: 

"Para el poder militar no existen ahora muchas alternativas: O BIEN cambia su hipótesis bélica y se convierte en un instrumento de liberación nacional; 

O BIEN, progresivamente comprometido en operaciones de raíz colonial, marchará hacia su propia disolución como institución jerárquica. 

"Esto último, que regocija a los teóricos marxistas, nos estremece. Porque sin una alianza clara! y activa entre el Poder militar y el Poder sindical para lograr la tantas veces postergada plenitud de la soberanía y la justicia social, el camino de la revolución ha se ser en extremo sangriento — si se da la revolución algún día..."

L. C. C. P.

Leonardo Castellani (Jauja, julio 1968)

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