Directorial
La "Ley" de Hidrocarburos es una desgracia nacional. La nación no se ha conmovido, y es otra desgracia. Algunos la justifican, y es tercer desgracia. Y no la justifican diciendo que es buena, como Gotelli, sino diciendo que es mala pero los argentinos la tenemos bien merecida, "vous ne l'avez pas volee", como dice el francés. Y esta es la peor desgracia.
La ley es una solemne declaración implícita de la incapacidad de los argentinos para ciertas empresas o trabajos. No servimos; simplemente por ser argentinos. "¿Qué le va a hacer Vd.? Somos heredohispanos" —me dio tiempo ha un gran hombre, el Dr. Agote. Yo y otros muchos somos si acaso heredotanos; pero nada impide que podamos llegar. queriendo, a heredosanmartinianos. Eso es lo que descreen muchos.
Nosotros creemos en el Albedrío y no en un destino fatal, como el calvinista o el mahometano. El hombre puede elegir, parcialmente cuando menos, su camino; otra parte (variable según los casos) puede estar fijada por la raza, la herencia, el clima, el viento, el sol y la lluvia; en fin, "los astros" como decían los antiguos. Pero si uno va a un des-sastre, toda la culpa no tienen los astros, o "la mala estrella". El desastre definitivo de toda la vida del hombre siempre depende de su voluntad. Santo Tomás admitía que los astros influyen en la vida del hombre; pero que solamente inclinan, no determinan; y es lo que puso en música el autor de "La vida es sueño". Ahora, que ese influjo lo podamos nosotros saber, es otra historia — y sobre todo que lo sepan los "astrólogos" del diario CLARIN.
Así que los argentinos tenemos que ser manejados por los yanquis, porque así lo han dispuesto los astros — o la raza. Vayan al diablo.
Si dijeran a la gente la verdad... lo que creemos la verdad probable: "No podemos hacer otra cosa. No tenemos capitales ni maquinarias para extraer por nosotros mismos el petróleo: los grandes consorcios internacionales no nos van a proveer deso. Y necesitamos ahora mucho dinero de golpe para lo que nosotros sabemos y a ustedes no les importa"... la gente menearía la cabeza y diría: "Paciencia, hay que esperar al "hombre": estos son cobardones. Pero sabemos a qué atenernos".
Mi confesor me dice: "Vd. no piense más en el petróleo. ¿Qué le ha hecho a Vd. el petróleo? Vd. es religioso y debe pensar en Dios. Dios no come petróleo".
La respuesta se me ocurrió recién cuando bajaba la escalera, a saber: "Dios no come petróleo; pero el diablo come petróleo". Y eso ¿qué quiere decir? Exactamente lo contrario de lo que Vd. dijo... sea lo que fuere.
Pero yo debo pensar en el petróleo a causa del carácter. En la plata no debo pensar, aunque a ratos resulta ella bastante útil; por ejemplo, cuando llegan las cinco facturas del Fisco fosco, las dos del Municipio y la una mensual del "Copropietarios", siempre dobladas. LUZ. el otro mes 600 este mes 1.180. La CADE (o SEGBA) aumenta mis LUCES continuamente; me llama CAD-STELLANI no sé por qué (CAD en inglés signif ica "canallita") ; y me amenaza con cortarme el "Suministro" apenas mi bolsa afloje. Goddam you, cads.
Pero tengo que pensar en el carácter de los argentinos. Mister Roosevelt cazador de leones le dijo al perito Moreno que los argentinos no obedecerían a los yanquis mientras no se deteriorara su carácter. El dijo:"si no se vuelven protestantes". Pero viene a dar en lo mismo.
La Religión tiene pues que ver con el carácter. No le sirven los hombres sin carácter. Con hombres idiotizados en "yass-band" o podridos en tango, la religión tiene poco que hacer. Con hombres con un cine en el cerebro; con hombres que andan espiando dónde hay un cinco ajeno para "aqui-apárselo"; con hombres cuyo afán en la vida son los "burros" o Boca-River; con hombres cuyo único fin en la vida es divertirse y después no saben cómo; con hombres capaces solamente de ser empleadoso "Yessir Nossir" de algún Píquilis Mánguilis; con hombres en fin como nuestra "educación" pública tiende a formar, la religión no tiene nada que hacer. Verdad es que Dios, que está por encima de la religión, a veces los parte por el eje para salvarles la roñosa alma. Pero el mismo San Miguel Arcángel que es el encargado deso, no es gustoso; y baja del cielo refunfuñando: "Es una gracia; pero es una triste gracia".
Yo temo pues que si a los argentinos nos deterioran (o nos vuelven protestantes a gusto de Mr. Rosabel) los Píkilis Manyilisse van a quedar con todas las empresas menos las fábricas de papel higiénico, primero; luego, nos van a ordenar votemos en una elección general por el Frente Popular o el Frente Impopular (¿no lo han intentado una vez?) ; y tercero, van a mandar al Ejército en el caso de una guerra general al frente de los Urales o del Río Amarillo ponerse a las órdenes del General Píkilis Mányilis o Mac Namara. Nada deso me toca, pero a mí me preocupa. No quisiera verlo, ni desde el cielo.
Un antropólogo francés (creo fue Geoffroy de Saint Hillaire) escribió que el clima de Sudamérica cría necesariamente animales muelles. Aquí no hay leones, elefantes ni rinocerontes —ni lobos siquiera. Hay carpinchos, ñanduces, tapires, peludos— y víboras; ni siquiera caballos ni toros desenterró Ameghino; apenas unos petisos tamaño perros de mala muerte. La consecuencia es que aquí el determinismo climático tiene que crear hombres cobardes.
Esta es una de tantas teorías que llaman "científicas" de las más desgraciadas. Gueydan de Rousell [nota: ROUSSELL] da cuenta della en su notable libro "Historia de las teorías racistas". De Rousell es un francés extraordinario; mejor dicho, un argentino extraordinario. Vale la pena conocerlo. Lo quisieron matar en París por petainista (o quizá por católico) como mataron a un su hermano. Huyó por Suiza, Italia, España a la Argentina. No quiso afincarse ni en Buenos Aires ni en Córdoba ni en Bariloche; compró un lote lleno de piedras y árboles en una soledad del Valle del Bolsón al pie de una colina. Sacó las piedras y los árboles y se labró una chacrita y una casita, donde vive feliz con sus hijos; que eran dos en París y aquí son cuatro. Ahora se siente enteramente argentino como sus hijos, aunque no ha dejado de amar a Francia.
Este es el que me trajo el libro, que es un estudio de todo rigor científico sobre los "racismos": una cantidad de teorías de la actual pretenciosa "antropología": o descabelladas o disparatadas. La verdad breve acerca dese punto es a una mano que la raza existe en realidad, por supuesto; que ella depende en su formación del clima, la alimentación, el trabajo, las costumbres... y sobre todo, la religión; que hay razas superiores a otras, por supuesto. Y a otra mano, que las razas pueden mejorar en sí mismas, aunque lentamente; puesto que la raza no es una fatalidad o predestinación; y que también puede degenerar, y eso no tan lentamente. Y que es muy dudoso la raza que debe dominar a todas las otras sea la alemana, como pensó Rósemberg; o la inglesa como pensaba Chamberlain; o la judía que pensaba Martín Buber; o la argentina como pensaba Scalabrini Ortíz.
Pero la raza argentina no es tan mala aunque ahora está sujeta a un proceso de cretinización desde afuera que podría llegar a aniquilarla. Vds. y yo somos desta raza, hispanoamericanos o heredotanos o heredosirios, pero más o menos martinfierroheredos. En el interior del país hay gente de raza, racée, — y en Buenos Aires algunos conozco y puede haiga también muchos: parecidos a Gueydan de Rousell. La cuestión sería que toda esa gente se conmoviera. No lo han hecho con la ley de hidrocarburos, puede que lo hagan con la ley de movilización general para ir a "servir" en el Viet-Nam.
Yo preferiría fuese más pronto.
Leonardo Castellani (Jauja septiembre 1967)
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