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DIRECTORIAL (III)
FILOSOFIA DEL NACIONALISMO
La justificación filosófica del Nacionalismo no se ha hecho aún entre nosotros. Está hecha hace tiempo en la POLITICA de Aristóteles: los 5 primeros libros, en la ordenación de Geoffroy de Saint-Hillaire, y los modernos en general. Sabido es que la POLITICA nos ha llegado deficiente.
Hay tres formaciones sociales naturales, que son la familia, el pago y la ciudad —o polis. Cronológicamente posterior (se supone) esta última es la más perfecta y por ende la más nartural y en cierto modo la primera: porque el todo es primero que las partes. La familia y el pago responden a la necesidad humana de SER, la Polis a la de SER BIEN; el cual no consiste en el "kratéin" o fuerza para conquistar (otras naciones) sino en la felicidad del individuo; la cual presupone profusión de obras buenas. El fin de la Polis es una "empresa común" y no la mera convivencia. Aquí se recuerda a José Antonio: "Nación es una empresa común en lo universal".
Buscar cual sea el "régimen" político mejor, como lo había hecho Hipódamo de Mileto, es vano; porque todos los regímenes habían sido probados en Grecia cuando Aristóteles existía
(gobierno popular, gobierno de pocos, gobierno de uno) y habían fracasado; degenerado en sus caricaturas o corrupciones: democacaracia, oligarquía, tiranía.
Aristóteles no deja de buscar (pues es necesario) cual sería el régimen ideal en abstracto. Pero en concreto, el mejor régimen (como dirá consecuentemente Santo Tomás) es el que se
adapta a este pueblo dado en este momento dado; o sea, el que permita el desarrollo de la vida personal y por ende haga posible la felicidad del individuo; y segundo, haga que la Polis exista realmente; es decir, sea estable, tenga seguridad; porque para un Estado (y para un individuo también) existir es persistir. Y este 2º fin es presupuesto por el 1º; el cual no puede darse sin él.
De donde en el dominio político, el CAMBIO (de que muchos fanáticos actuales han hecho un ídolo) es un mal. La estabilidad (o como diría el papanatas de Sciacca la "estabilificacionalidad") es el primer fin dé todo Estado, cualquiera sea su forma de gobierno. Ella proviene de "las leyes", que decían antes (no son las leyes que nos comunica el Boletín Oficial cada día a las 9.30 —las cuales actualmente llegan a 18.000) sino las NORMAS, las NOOORMAAAS : leyes consuetudinarias, escritas o no escritas encarnadas en los USOS y que se apoyan en un sistema de CREENCIAS. La "restauración de las leyes", el lema
de Rosas, no estaba mal pensado.
Ojo pues, el cambio es malo, de donde todas las "revoluciones" de suyo son malas; y sobremanera la Revolución o cambio perpetuo al que estamos ahora o sometidos o expuestos. La
famosa "revolución Nacional" de Sánchez Sorondo, debería llamarse "Restauración Nacional"; pues eso es y no otra cosa; o será (o no será).
De modo que según Ud. no hay que cambiar nada? Esto haría derretirse de gusto a los "progresistas": no se puede imaginar nada más reaccionario y carcamal. El error destos progresistas es que quieren cambiar todo lo fundamental dejando intacto lo superficial, cuando debe ser contrario modo. "Las costumbres de nuestros antepasados eran a veces tan primitivas y toscas —dice Aristóteles— que conar para conservarlas ahora sería simplonería; pero hay que conservar lo fundamental, las Leyes". O la Tradición, como decimos ahora. Acerca del Cambio o Mudanza, Santo Tomás observó certeramente que "en la Ciencia, cuando se presenta una cosa mejor hay que mudar al instante; pero en cuanto a los usos (a la Política y Gobierno) no es así; pues la Mudanza en estos sitios puede traer perturbaciones y aún la destrucción de la obediencia; y por ende de la estabilidad; por ser el hombre animal de costumbre. De modo que a veces es más expediente dejar un Uso menos bueno (no si es malo, ciertamente) y dejar caer otro (teóricamente) mejor. Y en lo de hacer mudanza (fundamental) en las sociedades humanas hay que andar con muchísima precaución, cautela y tino.
Esto manda al viento la ingenua frase de Enrique Osés: "Aquí hay que mudarlo todo". También alecciona a los de la Revolución (Restauración) Nacional; pues ha corrido agua desde la Colonia y desde su Restauración por la pseudo "tiranía" de Rosas; y hay cosas introducidas que no se pueden quitar. Y esto lo sabía Rosas por cierto; y también Sánchez Sorondo.
El daño esencial que nos infligió la Revolución Liberal de 1789 a través de la Constitución Norteamericana de 1853 es que nos cambió muchas cosas fundamentales, sobre todo en su aplicación y práctica; pues es visible que ni siquiera esa constitución extraña se cumplió fielmente aquí. La "Restauración" de lo fundamental" es la consigna actual de los (buenos) argentinos; pero eso supone la vuelta a las Normas; y las normas son la Etica; y la Etica se apoya en la Religión. Por eso hicieron buena política nacional los 123 Párrocos que fueron a la Casa Rosada a defender las Villas Miserias; y Borda los sacó corriendo. Es decir, desto no estoy seguro: hay amigos que me dicen que hicieron mal.
La Revolución con mayúsculas más radical que la de Mayo, que nos hirió malamente a mitad del siglo pasado, es causa del máximo mal (inestabilificación) inestabilidad, que nos agota igual que a toda la América Ibérica. Los EE. UU. quieren poner remedio a esto imponiendo la religión de la Democracia (que en Hispanoamérica es Democacaracia) que a ellos les ha ido
bien (y hasta dónde y hasta cuándo, yo no sé) olvidando la otra simple reflexión del viejo Estagirita: Grave error político que ha minado a fondo la estabilidad de las Polis griegas: "las potencias hegemónicas (Atenas y Esparta) han tratado de imponer sus regímenes sin más discriminación: los que tuvieron la hegemonía de la Hélade, mirando solo en su propio régimen, establecieron en las otras Polis griegas, los unos democracias, los otros oligarquías, sin tener en cuenta las conveniencias de las Polis, mas sólo las suyas propias". (Política IV-VI en Santo Tomás, 11, 1296, a).
¿Y dónde entra aquí el "Nacionalismo"? Aristóteles nota que solamente en la Polis —o sea en la Nación— cabe una configuración rigurosa o aceptable de la vida política. A pesar de
vivir en tiempo de Alejandro, y por tanto de la derrota de las Polis y el establecimiento de las grandes monarquías territoriales, mantiene impertérrito que, entre todas las comunidades, la Polis es la única que tiene Politeia —o sea Gobierno— perfecto o nó. La experiencia confirmó pronto que el Imperio Macedónico se derrumbó; y las tres Monarquías (o Tiranías) que dél resurtieron, duraron poco. Aquí, viene también la consabida observación de que una nación demasiado grande (como Persia) lo mismo que una demasiado chica (como Bolivia, diríamos, sino fuera por no enojar a J. M. Robledo) no pueden ser Polis: no se pueden (bien) gobernar.
Los nacionalistas pues aspiran a conservar la posibilidad de un buen gobierno; y por ende de la felicidad nacional e individual; contra los actuales partidarios del "Gobierno Mundial"
(internacionalistas o sea contranacionalistas) que aspiran a hacer de toda la Tierra y planetas adyacentes un mostruoso "Mundo Unico" (Oneworlders) bajo el signo del Anticristo. La "Nación" es la unidad natural de las sociedades humanas.
¿Y qué régimen político tendría que tener la Nación para ser realmente una Politeia? El régimen mixto. ¿Y con qué se come eso?
Eso es otra historia, como dicen dijo Kipling; y en realidad dijo Aristóteles, que fue quien inventó la frasecita.
L. C. C. P.
POSDATA NO CIENTIFICA — Julián Marías publicó en su Suplemento de La Nación diario deste año (o del otro) un artículo más largo que esperanza de pobre acerca del remedio para la pobre South-América, que no hace más que dar vuelcos de revolución a cuartelazo y de fraude electoral a dictadura; y el remedio, no sé si lo recuerdan ustés, es que debe respaldarse
en España (pero no la de ahora, la del siglo XVIII) y en Estados Unidos de ahora. Para decir eso bastaba la 20a. parte del "ensayo"; lo cual además es una bobaliconería.
Ese fue el gran error de nuestros gigantes padres —del 53. Ellos decían "Francia y Estados Unidos"; pero rueda a lo mismo. La Argentina debe respaldarse en sí misma (en la OTRA Argentina) y en las otras naciones como inspiración y estímulo, no como en cartabón y muestra para copiar.
Julián Marías (lo mismo que Sciacca) son buenos expositores del pensar ajeno pero no para pensar por sí mismos; o sea, filosofar. Cuando intentan hacer eso, se vuelven macaneadores
finos, no vulgares; pero macaneadores al fin.
OTRA. — Aristóteles dijo de Alberdi: "Cuando una nación existe y camina, que venga un señor melenudo, enfermizo, excéntrico y autor de valses, y quiera cambiarla en otra que él se saca de la cabeza, eso roza la locura". Aristóteles lo dijo de Hipódamo de Mileto, pero "rueda a lo mismo" —como dice Atahualpa Yupanqui.
Nuestros proceres por desgracia no fueron muy inteligentes, ninguno dellos. Si alguno parece realmente inteligente es Don Juan Manuel de Rosas; pero ya, ese no es procer. Pero ¿qué es un procer? No se sabe, Rosas fue un héroe. (Mi frasco de miel es mucho mas chico que mi frasco de vitriolo. Diga que al primero apenas me lo dejan usar).
OTRA. — Querrán saber lo que piensa la Nación diario del remedio de Julián Marías al "problema que no halla solución". Bien, dice así en su supereditorial del lunes 13:
"Nuestra historia no es sino la historia del desacuerdo fraterno y de las desgarrantes reyertas que no han tenido otro objeto que el triunfo de la facción con prescindencia del resto del cuerpo social y el de su criterio, inspirado en un sentido particularmente personal, ciego y sordo al de los grupos adversarios, puesto que se ha convertido en una especie de ley suprema el olvido de que la función de dirigir a los pueblos no es la obra de unos pocos. Se concierta, con mejores y más duraderos resultados, mediante la inteligente armonía de todos cuantos participan del destino común. Cuando se recurre a las exclusiones, la única imagen posible de la América Latina es la de su infortunio.
Y dese estado de cosas ha sido culpable en mucha parte durante 99 años La Nación diario.
Vale.
Leonardo Castellani (Jauja, enero-marzo 1969) 'marzo'
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